Benito

2009

[Cuento] El verano, de Benito Pérez Galdós

El tren partió de la estación machacando con sus patas de hierro las placas giratorias, como si gustara de expresar con el ruido la alegría que le posee al verse libre. Echaba sin interrupción y a compás bocanadas de humo, como los chicos cuando fuman su primer cigarro, y al mismo tiempo repartía a uno y otro lado salivazos de vapor, asemejándose a un jactancioso perdonavidas, o a demonio travieso.

[Carta al director] Galdós republicano, de Benito Pérez Galdós [1907]

Mi querido amigo: Teniendo que ausentarme de Madrid, espero de su buena amistad que me preste su voz y su corazón para expresar a los republicanos de ese distrito lo que mi voz y el corazón mío no pueden hoy manifestarles. Lo primero es que de mi amor entrañable al pueblo de Madrid dan testimonio treinta y cinco años de trato espiritual con este noble vecindario. No necesito decir cuánto me enorgullece ostentar un lazo de parentesco ideal con el estado llano matritense, en quien, desde principios del pasado siglo, se vincularon el sentimiento liberal y la función directiva

[Artículo] El estreno de Realidad, de Emilia Pardo Bazán

Después de haberlo meditado mucho, retrayéndole su modestia y cautela acostumbradas y animándole el ejemplo de sus colegas los grandes novelistas franceses, se ha resuelto al fin Pérez Galdós, el primero entre los de por acá, á arrostrar la escena, y probablemente no transcurrirá el próximo mes de Enero sin que en el teatro de la Comedia estrenen Vico y Mario el drama Realidad.

Carta de Galdós al director de «El Liberal» sobre el estreno de «Mariucha» [1903]

Mi querido amigo: Me pide usted que le comunique algunas ideas y noticias acerca del porqué, del cómo y cuándo de esta comedia que voy a estrenar. La amable invitación de usted despierta en mí tormentosas dudas y un poquito de vergüenza. ¡Hablar de su obra el propio autor de ella días, horas, momentos antes de alzarse el telón para mostrarla tal como es a los ojos, a los oídos y al corazón de la muchedumbre! Esto no puede ser. La rutina, señora muy acartonada y de gran respeto, lo prohíbe.

[Documento] Expediente académico universitario de Benito Pérez Galdós

El 63 o el 64—y aquí flaquea un poco mi memoria—mis padres me mandaron a Madrid a estudiar Derecho, y vine a esta Corte y entré en la Universidad, donde me distinguí por los frecuentes novillos que hacía, como he referido en otro lugar. Escapándome de las Cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital.

[Libro] Galdós en la pantalla, de varios autores

La contribución de Pérez Galdós al cine está, sin duda, mejor estudiada que la influencia de este procedimiento artístico en la obra literaria de los últimos años del escritor. Parece lógico que así sea, si tenemos en cuenta que la primera proyección cinematográfica en España tuvo lugar en 1896 y el escritor falleció en 1920. Aunque son bastantes años de diferencia, debemos considerar que constituyeron los primeros de aquel nuevo arte y los últimos del anciano escritor que, por añadidura, terminó ciego.

[Libro] Galdós en la hoguera, de Benito Madariaga

Aun contando con la aceptación general y la simpatía despertada en su tiempo, Pérez Galdós no se libró de una campaña organizada en contra suya, que le presentó como un escritor anticlerical y republicano, dos aspectos de su vida que se han mantenido como un prejuicio, junto a la imagen estereotipada de ser un autor prolífico y de estilo descuidado. La televisión y el teatro, al representar o adaptar sus obras, han provocado, actualmente, un acercamiento del público al novelista y un sentimiento de curiosidad hacia su creación literaria. Sin embargo, la mayoría de los españoles ignora las dificultades por que pasó en sus últimos años: enfermo, ciego, lleno de deudas, solo e injustamente preterido cuando fue presentado a la Real Academia y al Premio Nobel.

[Libro] Pérez Galdós en Santander, de Benito Madariaga

No pensó seguramente Galdós aquel verano de 1871, en que vino por primera vez a Santander, que terminaría siendo vecino y asiduo visitante de la ciudad. Tenía entonces veintiocho años cumplidos. No sabemos con exactitud los miembros de la familia que le acompañaron. Por entonces su hermana Carmen, de cuarenta y uno, estaba casada con José Hermenegildo Hurtado de Mendoza y estuvo en Santander en diversas ocasiones, sobre todo a raíz de quedarse viuda. Es más seguro que le acompañaran su otra hermana Concha, soltera de treinta y tres años y su cuñada Magdalena, viuda que contaba a la sazón con cuarenta y dos, que compartía con ellos los veranos en Santander y por la que el novelista sentía un gran afecto.