[Cuento] La princesa y el granuja, de Benito Pérez Galdós (1879)
I Pacorrito Migajas era un gran personaje. Alzaba del suelo poco más de tres cuartas, y su edad apenas pasaba...
I Pacorrito Migajas era un gran personaje. Alzaba del suelo poco más de tres cuartas, y su edad apenas pasaba...
Capítulo I : En el jardín Mayo se enojará, lo sé; pero rindiendo culto a la verdad, es preciso decírselo en...
El tren partió de la estación, machacando con sus patas de hierro las placas giratorias, como si gustara de expresar...
I El coche partía de la extremidad del barrio de Salamanca, para atravesar todo Madrid en dirección al de Poza....
Todos los cuentos y narraciones breves de Benito Pérez Galdós desde 1862 hasta 1915.
Vosotros, ciudadanos graves, le conocíais muy bien. Cuando los negocios públicos os permitían algún reposo, cuando la ventilación de las cuestiones nacionales y europeas daba paz y desahogo a vuestros espíritus inquietos, solíais ir a la catedral con el santo fin de oír, ver u oler alguna misa; y entonces veíais al prototipo cuya desaparición deploramos. Vosotras, jóvenes amables, le conocíais también.
Lector cachazudo: permite que abuse de tu paciencia, tomándome la libertad de poner ante tu vista no vulgares páginas de errores presentes, y de actuales desaciertos, sin relaciones extraordinarias de prosperidades futuras, de dichas y regocijos hoy desconocidos. Cosa fácil es dar a tu facultad de percepción la potencia y el alcance de un anteojo de larga vista; fácil es forjar aquí una de esas hipótesis monumentales, hiperbólicas, infinitas, como la tan manoseada, si yo fuera rey…
¡Enigma indescifrable! Tengo para mí que todos los seres de la creación ignoran quién es aquel, y sin embargo, aquel existe y está en todas partes, os persigue como vuestra sombra por donde quiera que vais; parece el acreedor sempiterno que está reclamando constantemente una deuda inmortal; parece del Banquo de todos nuestros sustos, el ave agorera de todos nuestros presentimientos, la imagen óptima de todas nuestras alucinaciones.
Peregrino infatigable, he corrido de una parte a otra por los senderos menos trillados y las regiones más bravías y solitarias de esta vieja Península, persiguiendo la nota de color, el dejo de castizo, los resabios característicos de la vida española en ciudades viejas, en villas y lugares desmantelados que tuvieron grandezas y hoy solo guardan, entre sus escombros, miseria y desolación.
Nuestro espíritu está lleno de abatimiento porque el despedirse para un largo viaje es lo más desabrido y fastidioso que puede imaginarse. Parece que en nuestro pecho sentimos un cuerpo extraño que se ensancha impidiendo nuestra respiración. Una especie de manzana prohibida se atraviesa en nuestra garganta cortándonos la palabra.
Si me das tu correo, te envío arte ⇊