Al pensar en la Unión Soviética, seguro que lo primero que se te viene a la cabeza no son los magnates, los millonarios y los superricos.
¿Pero había millonarios en la U.R.S.S.?
Al buscar millonarios en la Unión Soviética, la primera opción sería acudir a aquellos trabajadores que tenían un salario oficial más alto: los funcionarios del Partido Comunista, que podrían hacer las veces de «ricos» de la URSS, aunque sus salarios eran muy bajos si los comparamos con los altos funcionarios occidentales.
Los funcionarios del partido estaban mejor situados que los «simples» funcionarios del Estado. Mientras que el salario de un ministro del gobierno de la Unión Soviética rondaba los 1.000 rublos, los secretarios del Comité Central del PCUS (su rango era en realidad inferior al de los ministros) también ganaban alrededor de 1.000 rublos. El Secretario General del Comité Central del PCUS (Nikita Jruschov, Leonid Brézhnev y Mijaíl Gorbachov ocupaban este cargo) solo ganaba 1.500 rublos al mes.
Pero es importante entender una cosa: en los países del bloque comunista como la U.R.S.S., construidos teóricamente sobre la base de la igualdad económica y social, la relación de sus ciudadanos con el dinero era bastante diferente a la que nosotros tenemos hoy en día. Los grandes gastos que en occidente se comen tu nómina (alquiler o electricidad, por ejemplo) eran simbólicos (y estaban subvencionados), y como ejemplo había mucha gente pagaba 10 rublos mensuales de alquiler, como mucho un 10 % de su sueldo mensual.
Además, los bienes de consumo, como los vehículos, la electrónica, el papel higiénico, el vodka o la comida, estaban racionados o directamente la producción no alcanzaba para satisfacer la demanda existente, así que conseguir más de lo que te correspondía no dependía tanto de que pudieras pagar los productos, sino de que tuvieras las conexiones políticas para acceder a ellos.
Si formabas parte de esta minoría de funcionarios con estas conexiones políticas de alto nivel, podías tener una vida muy cómoda, similar a la de la clase alta en los países capitalistas. Cuando los funcionarios del PCUS necesitaban algo, se lo pedían a sus subordinados, que se esforzaban por conseguirlo sin pedir nada a cambio para ganarse su favor.
Una anécdota (seguramente apócrifa) cuenta que Stalin y su camarilla paseaban por Moscú cuando vieron a una pobre anciana teniendo dificultades para cruzar la calle, por lo que fueron a ayudarla. Como tenía pinta de ser muy humilde, Stain quiso hacerle un donativo, pero ni él ni ninguno de sus gerifaltes llevaba un solo billete encima, pues nunca necesitaban dinero para conseguir cualquier cosa que necesitaran.
Así pues, estrictamente hablando no podemos decir que una pequeña élite privilegiada (que existe en todos los países, capitalistas o comunistas) fuera millonaria en la Unión Soviética. Sigamos buscando millonarios en la URSS.
Los artelschiks
Otros trabajadores que ganaban mucho dinero en la URSS eran los artelschiks, miembros de los artels, grupos de trabajo semiformales o colectivos omnipresentes en la economía de la URSS. Los artels fabricaban muebles, juguetes, trabajaban en industrias estacionales como la pesca, la cosecha, la recolección de bayas comestibles, etc. Pero, por supuesto, los artels dedicados a la extracción de oro eran los más rentables. El Estado los necesitaba porque sólo los mineros experimentados podían extraer oro con eficacia. Trabajando en turnos de 12 horas sin días libres, la mayoría de las veces en las duras condiciones del norte, sus trabajadores podían ganar unos 10.000 rublos por temporada (3-4 meses), lo que era un sueldo enorme, cuando incluso el salario de un ministro oficial era de unos 1.000 rublos al mes (después de impuestos). Aún así, si hacemos cuentas llegamos a la conclusión de que ninguno de ellos llegó a ser nunca millonario.
Los artistas y los escritores
Ser un cantante, músico o artista de la palabra famoso abría muchas puertas en la URSS. En aquella época no había muchos famosos y, por consiguiente, disfrutaban de estilos de vida fastuosos.
Los cantantes, músicos y otros artistas contratados oficialmente por el Estado ganaban en función de su estatus. Los Artistas de Honor de las repúblicas o, más aún, de la URSS, podían ganar hasta 40 rublos por un solo concierto, un tercio del sueldo de un ingeniero. Los Artistas del Pueblo ganaban incluso más. Pero, los ingresos reales eran informales y se recibían como regalos. Por ejemplo, la cantante Lyudmila Zykina recibió un collar de 127 diamantes de Geydar Aliev, Viceprimer Ministro de la URSS.
Hablando de artistas y escritores. También te podría interesar:
Otro colectivo privilegiado eran los escritores y los poetas. Sus ingresos en la URSS consistían en sus honorarios + los derechos de autor por cada ejemplar vendido de sus libros. Los honorarios podían variar en función del estatus del autor: de 250 a 800 rublos por 23-25 páginas de texto impreso. Sin embargo, los principales ingresos procedían de los derechos de autor. Serguéi Mijalkov, poeta infantil y autor de la letra del himno de la URSS, era famoso por ser probablemente el más rico de los escritores soviéticos: la tirada total de sus libros superaba los 300 millones de ejemplares.
El dramaturgo Anatoliy Baryanov, hoy totalmente olvidado en Rusia, recibió la cifra récord de 920.700 rublos en concepto de derechos de autor en 1949 por la puesta en escena de su obra «Al otro lado». A modo de comparación, un «Pobeda» («Victoria»), el automóvil soviético más lujoso de la década de 1950, costaba unos 15 mil rublos.
Como trabajadores creativos «oficialmente reconocidos», miembros de la Unión de Escritores y otros sindicatos creativos, tenían derecho a utilizar sanatorios corporativos, recibían dachas de propiedad estatal y amplios apartamentos. Sin embargo, todos estos lujos podían ser revocados en cualquier momento si un escritor caía «en desgracia» con la administración del Partido Comunista.
Así que los altos funcionarios, ni los trabajadores más cualificados ni los artistas más populares podían llegar a ser ricos con los estándars occidentales, así que volvemos a la pregunta inicial: ¿hubo ricos en Unión Soviética? Pues lo cierto es que sí, pero solo durante los últimos años de su existencia.
Millonarios en la URSS: el caso Tarasov
Cuando Gorvachov llevó a cabo reformas económicas para fomentar la iniciativa privada a finales de los ochente, algunos individuos con contactos en occidente empezaron a hacer mucho dinero, principalmente vendiendo materias primas en occidente e importando y distribuyendo productos occidentales, de gran demanda, a la URSS.
El más célebre fue Artyom Tarasov, no tanto por el tamaño de su fortuna, sino por ser el primero que se atrevió a hacer alarde de riqueza públicamente. Artyom empezó a trabajar en el negocio de la chatarra, literalmente, exportando chatarra que compraba baratísima y utilizando las divisas que obtenía para importar aparatos electrónicos occidentales. Cuando en 1989 declaró en la televisión pública soviética que había ganado 3 millones de rublos, la opinión pública quedó absolutamente conmocionada, y no precisamente en el buen sentido.
Recordemos que el salario medio en la URSS en los años setenta y ochenta era de unos 150 rublos al mes. Los trabajadores de clase baja (cargadores, enfermeros, vendedores, limpiadores, guardias, conserjes, etc.) recibían unos 70-80 rublos. Profesores, médicos, camioneros, operarios de maquinaria podían ganar hasta 120-150 rublos; los ingenieros, de 130 a 220 rublos. El salario de un trabajador experimentado de alto nivel en la producción podía alcanzar los 300-350 rublos. Y un director ejecutivo de una fábrica podría ganar entre 300 y 450 rublos al mes.
Y claro, como era de esperar, se lió parda en la Unión Soviética. Hubo discursos de jefes del partido indignados, amenazas de expulsar a Tarasov del partido, indignación por los innumerables tesoros que ganaban las cooperativas. El Soviet Supremo de la URSS prohibió inmediatamente las actividades cooperativas que implicaran la compra de bienes al Estado.
El escándalo provocó el cierre de las cuentas bancarias de la empresa de Tarasov y el KGB realizó una investigación para comprobar si Tarasov se había enriquecido ilícitamente, pero para entonces, Tarasov, que no era tonto, se había instalado en la Riviera francesa (y más tarde en el Reino Unido), un lugar más seguro que Rusia.
Desde el principio se le investigó constantemente por sospechas de irregularidades -se creía que podía haber vendido propiedades del Estado en su negocio de chatarra- y, aunque casi con toda seguridad estaba implicado en el crimen organizado (a pesar de su apodo de «el millonario honrado»), como la mayoría de los primeros oligarcas, nunca se pudo demostrar nada, aunque a veces interfirió en sus negocios, incluyendo la congelación de fondos y la incautación de bienes. Nunca lo suficiente, sin embargo, para hundirlo. En cualquier caso, la investigación nunca pudo demostrar de forma concluyente que Tarasov hubiera robado los fondos, y él mantuvo que se trataba de un ataque político.
Sus relaciones con el Estado soviético tampoco se vieron favorecidas por su boca. Aunque nominalmente seguía siendo miembro del partido y pagando sus cuotas, no temía hablar públicamente de política. Cuando a principios de 1991 afirmó que la URSS planeaba vender las islas Kuriles a Japón para resolver su disputa territorial -sin el consentimiento de la RSFSR-, esto sólo sirvió para enfadar a los dirigentes soviéticos y aumentar aún más la atención sobre él. No está claro si trabajó en secreto con Yeltsin para burlarse de Gorbachov, pero en cualquier caso fue una burla que contribuyó a sabotear brevemente las negociaciones en curso. Gorbachov incluso amenazó con demandarle por sus comentarios.
El gobierno, por supuesto, hizo todo lo posible por empañar a Tarasov en ese sentido. Y es que las cooperativas legalizadas por las leyes de empresas privadas, en general, fueron utilizadas por los funcionarios comunistas como una forma de echar la culpa de la escasez y los precios, y no siempre con éxito, las cooperativas eran un objetivo muy visible, a pesar de constituir una porción tan pequeña de la economía soviética.
Pese al escándalo Tarazov, cada vez más personas empezaron a amasar fortunas en la URSS sin tanta exposición mediática a finales de los años 80 y principios de los 90. Y cuando la URSS se disolvió, se convirtieron en los grandes oligarcas de los 90 bajo el gobierno de Yeltsin, ya que eran los únicos con dinero contante y sonante cuando se vendieron a precio de saldo las empresas públicas y recursos de Rusia y otras ex-repúblicas soviéticas
Bibliografía/para saber más
https://rb.ru/article/pervyy-millioner-sssr-mne-predlojili-projit-eshhyo-odnu-jizn