La Donactión de Constantino, del taller de Rafael, en las Estancias de Rafael

La Donación de Constantino: cómo Lorenzo Valla usó el bisturí de la filología para desmontar una mentira secular

La historia de la Donación de Constantino no es solo el relato de un fraude político; es el nacimiento del espíritu crítico moderno. En 1440, Lorenzo Valla no contaba con análisis de carbono 14 ni con bases de datos digitales. Su única arma era su profundo conocimiento del latín clásico y su capacidad para detectar cuando un texto «suena» fuera de su tiempo.

A continuación, exploramos el contexto y, sobre todo, las expresiones y errores gramaticales que demostraron que un romano del siglo IV jamás pudo haber escrito tales líneas.

El origen del engaño y su propósito político

Hacia mediados del siglo VIII, el papado se encontraba en una posición vulnerable. Necesitaba independencia de los bizantinos y una base legal para poseer tierras frente a los reyes francos.

En aquel momento, el papa Esteban II se vio envuelto en una situación un tanto peliaguda: los lombardos amenazaban con conquistar Roma y el Imperio bizantino no podía (o no quería) defenderla. El papa necesitaba un nuevo protector y lo encontró en el norte: Pipino el Breve, el poderoso mayordomo de palacio de los francos.

El intercambio: la usurpación de una corona a cambio de la soberanía sobre un territorio

La relación entre Esteban II y Pipino fue un pacto de conveniencia sin precedentes:

  • Legitimidad para Pipino: Pipino quería ser rey, pero la corona pertenecía a la dinastía merovingia. El papa Esteban II viajó a Francia y ungió a Pipino, otorgándole la aprobación divina para derrocar al último rey merovingio y usurpar el trono.
  • Tierras para el papa: A cambio, Pipino se comprometió a defender Roma y a entregar al pontífice los territorios italianos arrebatados a los lombardos.

Sin embargo, había un problema legal: esos territorios pertenecían técnicamente al Imperio bizantino.

En este escenario apareció un documento, probablemente redactado por un clérigo de la basílica de San Juan de Letrán hacia el año 750, que cambiaría el curso de la Edad Media. Para justificar que el papa se quedara con el territorio que se convertiría en los Estados Pontificios, la cancillería papal «descubrió» oportunamente la Donación de Constantino. El documento servía para decir que Pipino no estaba robando tierras imperiales, sino simplemente restituyendo al papa lo que Constantino el Grande ya le había regalado siglos atrás.

Fresco del Taller de Rafael dedicado a la Donación de Constantino en las Estancias de Rafael, en el Vaticano.
Fresco del Taller de Rafael dedicado a la Donación de Constantino en las Estancias de Rafael, en el Vaticano.

La Donación de Constantino (Constitutum Constantini) afirmaba que, tras ser curado de la lepra por el papa Silvestre I, el emperador Constantino el Grande se retiraba a Bizancio para dejar al papa el control total sobre «la ciudad de Roma y todas las provincias, distritos y ciudades de Italia o de las regiones occidentales».

Durante siglos, este pergamino fue la base del poder temporal de la Iglesia. Sin embargo, en el siglo XV, el Renacimiento trajo consigo la recuperación del latín de Cicerón y Virgilio. Cuando Lorenzo Valla, analizó el documento, no vio un decreto imperial; vio una chapuza literaria escrita por un falsificador medieval que apenas dominaba el idioma de los césares.

El análisis de las palabras: el latín que no era latín

Valla utilizó la filología (el estudio de los textos) para demostrar que el vocabulario del documento era anacrónico. Un anacrónico es algo que está fuera de su época, como si hoy leyéramos una carta supuestamente escrita en el año 1800 que utilizara la palabra «internet».

El uso de «sátrapas» (satrapis)

Uno de los errores más ridículos que Valla señaló es el siguiente pasaje:

«Unde congruum perspeximus… cum omnibus nostris satrapis y optimatibus nostris…»

Valla, con su mordacidad habitual, se burló de este término. «Sátrapa» es una palabra de origen persa. Para un romano del siglo IV, un sátrapa era un gobernador de sus enemigos, los persas. Un emperador como Constantino jamás habría llamado «sátrapas» a sus propios senadores o magistrados. El falsificador medieval, buscando una palabra que sonara antigua e impresionante, eligió un término que resultaba absurdo en el contexto de la administración romana.

La confusión entre «tiara» y «mitra» (phrygium)

El texto afirma que Constantino le entregó al papa el phrygium, refiriéndose a una tiara o tocado alto. Valla demostró que, en la época de Constantino, esa palabra no se usaba para describir una prenda eclesiástica. Además, el documento describe con torpeza las insignias imperiales (el cetro, el manto de púrpura, la túnica escarlata) usando términos que eran comunes en la corte papal del siglo VIII, pero que no coincidían con el protocolo imperial del siglo IV.

La Donación de Constantino. Dibujo de Cesare Nebbia. Fondos del Museo del Prado
La Donación de Constantino. Dibujo de Cesare Nebbia. Fondos del Museo del Prado

El anacronismo de «Constantinopla»

Este es quizás el golpe más letal de Valla. El documento está fechado en el año 315 d. C., pero en el texto se menciona la ciudad de Constantinopla como una capital ya establecida y con rango de patriarcado. Valla señaló que en el 315 d. C., la ciudad aún se llamaba Bizancio. No fue sino hasta el año 330 d. C. cuando se inauguró oficialmente con el nombre de Constantinopla. ¿Cómo pudo Constantino donar algo usando un nombre que no inventaría hasta quince años después?

La degradación del estilo: un latín «bárbaro»

Más allá de las palabras sueltas, Valla analizó la estructura de las frases. El latín del siglo IV, aunque ya no era el de la época de oro, mantenía una elegancia y una lógica jurídica precisas. El latín de la Donación, en cambio, es lo que Valla llamó latín «bárbaro».

  • El uso incorrecto de «seu»: en el latín clásico, la palabra seu tiene un uso condicional muy específico. El falsificador la utiliza constantemente como una conjunción simple (como «o»), un rasgo típico del latín medieval degradado que se hablaba siglos después de la caída de Roma.
  • Barbarismos léxicos: aparecen términos como constitutum usado como sustantivo para «decreto», o referencias a distritos que solo empezaron a existir bajo el sistema administrativo de los francos en el siglo VIII.
  • Fórmulas de cortesía medievales: el documento está lleno de repeticiones farragosas y expresiones de humildad exagerada que son propias de un monje de la Edad Media, no de un emperador romano que se dirigía al mundo con autoridad absoluta.

Por qué Valla lo hizo: los embrollos políticos de la época

No sé a ti, pero a mí en el colegio me contaron que un tal Lorenzo Valla demostró que la donación era falsa y ahí se acabó la lección magistral, no me explicaron cómo lo hizo ni por qué. Pero resulta que Lorenzo Valla no era un filólogo aleatorio que se puso a tocar las pelotas a la iglesia Católica por amor al arte (filológico). Tampoco era un investigador imparcial. Era nada más y menos que secretario de Alfonso V, monarca aragonés que estaba en plena disputa territorial con el papa. El papa reclamaba soberanía sobre el Reino de Nápoles basándose, precisamente, en la Donación de Constantino.

Retrato de Lorenzo Valla

Al destruir la veracidad del documento, Valla le dio a Alfonso la herramienta legal para ignorar las pretensiones papales. Valla planteó su estudio para proporcionar a la corona la infraestructura de conocimiento necesaria para que el poder político pudiera defenderse de las mentiras documentales.

Su discurso no fue solo académico; fue una declaración de guerra intelectual. Valla llamó al falsificador «estúpido» y «borracho», indignado de que un texto tan mal escrito hubiera engañado a la cristiandad durante seiscientos años.

El legado del descubrimiento

Aunque la Santa Sede nunca ha emitido una declaración oficial admitiendo la falsedad de la «Donación de Constantino», el documento dejó de ser invocado como base legal para los Estados Pontificios a partir de mediados del siglo XV, coincidiendo con la difusión del estudio de Valla. Resulta especialmente revelador que el Papado ni siquiera citara este texto en la famosa bula Inter Caetera de 1493, momento en el que se atribuyó la facultad de dividir el Nuevo Mundo entre España y Portugal. Este silencio estratégico sugiere que, incluso en las más altas esferas del poder eclesiástico, se comprendió que el sustento jurídico de sus reclamaciones territoriales ya no resultaba creíble ante el nuevo rigor académico del Renacimiento.

Tras décadas de un calculado mutismo mantenido por once pontífices sucesivos, quienes evitaron confrontar públicamente la evidencia del fraude, el descubrimiento salió finalmente del ámbito de los eruditos para convertirse en un arma de agitación política y religiosa. Fue Martín Lutero quien, en 1517, decidió hacer público el hallazgo de Valla para denunciar la corrupción y el engaño sobre los que se había construido parte del poder temporal de Roma. De este modo, lo que comenzó como un análisis filológico en la corte de Alfonso de Aragón terminó transformándose en uno de los pilares de la crítica reformista contra la autoridad papal.

l trabajo de Valla cambió el mundo para siempre. Fue el nacimiento de la crítica histórica.

Valla enseñó que la historia no debe aceptarse solo porque esté escrita en un pergamino antiguo, sino que debe ser examinada con la razón, el lenguaje y el contexto. Hoy, su desmantelamiento de la Donación de Constantino se estudia como el primer gran triunfo de la verdad científica sobre el dogma político y religioso.


Preguntas frecuentes sobre la Donación de Constantino

¿Qué fue exactamente la Donación de Constantino?

Fue un decreto imperial falso, supuestamente escrito por el emperador Constantino en el año 315 d. C., en el que otorgaba al papa Silvestre I la autoridad política sobre Roma, Italia y todo el Imperio Romano de Occidente.

¿Por qué se descubrió que era un fraude?

Gracias al humanista Lorenzo Valla, quien en 1440 demostró que el lenguaje utilizado no correspondía al siglo IV. El texto contenía palabras latinas medievales, errores geográficos (como mencionar Constantinopla antes de su fundación) y términos jurídicos que no existían en la época romana.

¿Quién escribió realmente el documento?

Se cree que fue redactado por clérigos de la cancillería papal hacia mediados del siglo VIII (alrededor del año 750 d. C.). El objetivo era legitimar el poder territorial del papa frente a los lombardos y asegurar el apoyo de los reyes francos.

¿Qué consecuencias tuvo el descubrimiento de Valla?

A corto plazo, debilitó la posición política del papa frente a reyes como Alfonso V de Aragón. A largo plazo, marcó el inicio de la crítica histórica y textual moderna, demostrando que la ciencia y el análisis riguroso podían cuestionar verdades que se consideraban absolutas.

Bibliografía/para saber más

Si deseas profundizar en este fascinante duelo entre el poder y la verdad, te recomendamos las siguientes fuentes:

  • Valla, Lorenzo. La donación de Constantino (Edición bilingüe). Esta es la obra original donde Valla desglosa sus argumentos. Es una lectura fundamental para entender el nacimiento de la filología moderna.
  • Chabod, Federico. Escritos sobre el Renacimiento. Un análisis magistral sobre el contexto político de la Italia del siglo XV y la figura de Lorenzo Valla.
  • Ginzburg, Carlo. Relaciones de fuerza: Historia, retórica, prueba. El autor analiza cómo el trabajo de Valla cambió para siempre la forma en que los historiadores utilizan los documentos como evidencia.
  • Moxó, Salvador de. La época medieval. Para comprender el contexto del siglo VIII, la alianza carolingia y la formación de los Estados Pontificios.
  • Recursos digitales: El portal de la Biblioteca Apostólica Vaticana ofrece acceso a digitalizaciones de manuscritos medievales donde se pueden observar las caligrafías y estilos que Valla tanto criticó.

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