La batalla de Bicocca

    El miércoles que viene se cumplen 500 años de la Batalla de Bicocca, pero seguramente pasará totalmente desapercibido en los medios de comunicación. En este hilo vamos a reconstruir la batalla paso a paso con mapas.

    Francisco I sube al trono francés en 1515 y se encuentra una situación estratégica desastrosa, pues Francia está rodeada por los territorios heredados o por heredar de Carlos V.

    Fracasado el intento de evitar que los españoles se apoderasen del sur de Italia durante la generación anterior, ahora es fundamental expulsarlos del norte para impedir que tiendan un pasillo letal que comunique Italia y los Países Bajos a través de Borgoña.

    Esto implicaría un perpetuo jaque mate a Francia, que no podrá expandirse, estando siempre a merced de Carlos I y sus sucesores, dotados de una letal mordaza capaz de lograr lo que los ingleses no han conseguido en cien años de guerra.

    El Ducado de Milán, en manos francesas desde 1515, resulta clave para la estrategia francesa, pues es una base de operaciones perfecta para amenazar los dominios italianos y austríacos de los Habsburgo.

    Francisco I sabe que el joven emperador es poderoso pero aún no ha afianzado su dominio en sus posesiones, así que alienta y financia revueltas en Navarra y Flandes, que no tienen el éxito esperado.

    Así que espera a que Carlos esté ocupado con conflictos internos (Comunidades y Germanías y Lutero) para empezar la guerra en 1521, invadiendo Flandes.

    Las fuerzas imperiales repelen la invasión y atacan el norte de Francia, donde los franceses detienen su avance. Entonces, el emperador, el papa y Enrique VIII firman una alianza formal contra Francia, y las hostilidades se extienden a la península italiana.

    El condottiero Próspero Colonna, al mando de un gran contingente español procedente de Nápoles al que se unen poco después los landesquenetes imperiales, se dirige a Lombardía.

    El Milanesado francés está defendido por Odet de Foix, vizconde de Lautrec. Tiene un ejército considerable, pero padece graves problemas logísticos y financieros.

    Colonna toma la iniciativa y lanza un ataque sorpresa contra Milán el 23 de noviembre de1521. Sus fuerzas se apoderan de la ciudad y Lautrec se retira con los restos de su ejército a Cremona, dejando solo una guarnición en el Castello Sforzesco.

    A principios de 1522, Lautrec recibe fondos para contratar un nuevo contingente de 16.000 mercenarios suizos, además de emplear al afamado Giovanni de Medici y sus notorias Bandas Negras italianas. Se dirige a Milán para intentar derrotar a Colonna en una batalla decisiva.

    Pero Colonna es cauto y prefiere atraer al ejército veneciano-francés hacia una posición defensiva que le otorgue una clara ventaja táctica. Primero se atrinchera en la Cartuja de Pavía y luego en el Parque de Bicooca para cortar el camino a los franceses hacia Milán.

    Flanqueado por un pantano al oeste y una carretera con un profundo terraplén al este que solo puede cruzarse un estrecho puente al sur, ofrece con una gran ventaja táctica.

    Al norte de la posición discurre un camino pantanoso de oeste a este y aquí Colonna manda construir un gran terraplén de tierra y un muro para dificultar un ataque frontal.

    Lautrec no tiene intención de presentar batalla al ejército imperial. Sabe que un asalto frontal a la posición fortificada no dará resultado y que el terreno dificultará cualquier maniobra envolvente. En su lugar prefiere cortar sus líneas de suministro.

    Pero se ve forzado a atacar cuando los mercenarios suizos, a los que no ha pagado ninguna mensualidad desde su contratación, amenazan con marcharse si no presenta batalla. Lautrec no puede permitirse perder la espina dorsal de su ejército y no tiene más remedio que seguirlos.

    La batalla es inminente, así que Colonna coloca su artillería en pequeños montículos que dominan lo que él quiere que sea el campo de batalla.

    Al abrigo del muro, los arcabuceros se disponen en cuatro filas para poder disparar sin pausa mientras otros cargan sus armas, al mando está Fernando d’Avalos, V Marqués de Pescara, protegidos en su retaguardia por piqueros españoles y los lansquenetes de Georg von Frundsberg.

    Al sur de la formación imperial se encuentra la caballería del general navarro Antonio de Leyva, príncipe de Ascoli, que ha colocado un pequeño contingente cerca del puente que cruza el río, bajo el mando de Francesco Sforza, para defenderlo.

    Para contrarrestar la posición defensiva del ejército imperial, el plan de Lautrec es cañonear las tropas imperiales con su artillería, con la esperanza de ablandarlas para luego cargar con la caballería pesada y flanquear la posición por el puente al sur.

    Pero ningún plan de batalla sobrevive al contacto con el enemigo.

    Los mercenarios suizos, deseosos de ganar la batalla y saquear Milán, desobedecen sus órdenes y lanzan un ataque frontal para tomar las posiciones enemigas en cuanto la artillería empieza a bombardear las posiciones enemigas, bloqueando su línea de fuego.

    Los suizos pierden miles de hombres por el fuego de la artillería antes de llegar al rango de los arcabuceros. Los que sobreviven, se encuentran con la trinchera y los arcabuceros al abrigo del muro, disparando sin cesar.

    La infantería española y los lansquenetes alemanes dan buena cuenta de los suizos que logran cruzar el camino inundado y subir por el terraplén.

    Mientras tanto, la caballería francesa ha llegado al puente para intentar flanquear la posición imperial, pero es rechazada por la caballería imperial de Antonio de Leyva y los milaneses aliados dirigidos por Federico Sforza, viéndose obligada a regresar al ejército principal.

    Pese a la derrota de la primera división de piqueros suizos de Montmorency y la retirada de la caballería de Lescun, el grueso del ejército francés sigue intacto. Ambos comandantes se enfrentan ahora a un dilema.

    Los franceses podrían reanudar el ataque con un segundo asalto frontal para mantener ocupado al grueso del ejército enemigo mientras buscan una alternativa para flanquearlo, pese a que la zona pantanosa, el camino hundido y la acequia suponen obstáculos formidables.

    El cauteloso Lautrec cree que la posición enemiga es demasiado fuerte para ser tomada al asalto. Sabe que el ejército de Colonna es solo un poco más pequeño que el suyo, y el comandante imperial ha mostrado gran habilidad tanto en las maniobras como en la defensa.

    En cualquier caso, los suizos vuelven a forzar la decisión del comandante francés, anunciando que se marchan de inmediato. Sin ellos, Lautrec está demasiado débil y no dispone de infantería suficiente para lanzar un segundo asalto.

    Colonna tiene la opción de abandonar su posición defensiva y lanzar un contraataque a los franceses.

    De hecho, algunas tropas imperiales -arcabuceros y caballería ligera- se lanzan a perseguir a los suizos en su retirada. Los detienen las Bandas Negras de Giovanni de Medici, enviadas por Lautrec para cubrir la retirada de los suizos y evitar que los cañones sean capturados.

    Los subordinados más agresivos de Colonna insisten en un asalto general contra un enemigo que se retira desmoralizado, pero Colonna se niega, alegando que el grueso del ejército francés -caballería, artillería y armas de fuego- sigue intacto.

    Colonna espera que el ejército de Lautrec se disuelva por sí mismo y se vea obligado a retirarse de Italia ante la falta de efectivos. El tiempo demostrará que tiene razón.

    Sin sus mercenarios suizos, Lautrec decide abandonar el campo de batalla y retirarse a territorio veneciano, dejando las posiciones francesas en el norte de Italia seriamente amenazadas.

    Como prueba de ello, Génova cae ante Próspero Colonna tras un breve asedio y Tomás de Foix-Luescun, atrincherado en el castillo de los Sforza, se rinde.

    Los franceses solo tienen una opción: cruzar los Alpes para salir de Italia. Su aliados venecianos, ahora con Andrea Gritti como nuevo Dux, se retiran del conflicto por miedo a las posibles represalias del Emperador.

    Lecciones aprendidas.

    1. De esta batalla aprendemos mucho sobre la revolución renacentista en la guerra a principios del siglo XVI. La Batalla de Bicocca marcó otro paso importante en la evolución de la guerra de picas y armas de fuego.

    2. Sin apoyo de cañones para abrir brecha en las defensas y arcabuceros para dar cobertura a corta distancia los piqueros no podían arrollar una línea fortificada como la de Bicocca. Los 8000 hombres que participaron en el asalto principal de Bicocca tuvieron un 25% de bajas.

    3. La doctrina ofensiva suiza (la acometida de picas sin apoyo de armas de fuego) había quedado obsoleta. De hecho, las doctrinas ofensivas en general fueron reemplazadas por otras más defensivas.

    4. Aunque los piqueros siguieron teniendo un papel destacado en el combate, su importancia se igualó a la de los arcabuceros. Juntos, ambos tipos de infantería se combinaron en unidades mixtas que perduraron hasta el nacimiento de la bayoneta a finales del siglo XVII.

    5. La combinación de arcabuces y fortificaciones de campo hicieron que los asaltos frontales a posiciones atrincheradas fuesen demasiado costosos, de modo que no se repitieron durante el resto de las guerras italianas.

    6. En Bicocca quedó clara la importancia de los obstáculos -ya sean elementos existentes o fortificaciones improvisadas- en la guerra con unidades de infantería. Servían como protección contra los disparos del enemigo y contra los ataques de la caballería.

    Pero sobre todo protegían a los arcabuceros, que de otro modo serían muy vulnerables, y les daban la oportunidad de hacer suficientes disparos para destrozar las formaciones de picas enemigas.

    7. También hay que destacar la forma del campamento atrincherado de Colonna, que tenía la profundidad necesaria para asegurar que las filas de retaguardia estuvieran fuera del alcance de la artillería enemiga.

    8. La defensa de Colonna dependía de las cuatro armas: sus reductos de artillería, su profunda línea de arcabuceros, sus piqueros en apoyo cercano y su caballería protegiendo la retaguardia.

    9. Colonna no podía saber de antemano que la impetuosidad de los suizos impediría hacer su trabajo a la excelente artillería francesa; el condottiero italiano tuvo el mérito de haber formado una posición diseñada específicamente para minimizar los daños del fuego enemigo.

    10. Por último, Bicocca demostró la importancia suprema de las tácticas de armas combinadas tanto en las operaciones ofensivas como en las defensivas.

    Los franceses podrían haber tenido éxito si hubieran coordinado el fuego y el choque en el asalto principal; y si hubieran abierto una o más brechas en la línea imperial, su caballería podría haber transformado el pánico en derrota.

    Hoy en día, el campo de batalla de Bicocca lo ocupa un polígono industrial a las afueras de Milán. Es español, la palabra “bicocca” ha pasado a ser sinónimo de una ganancia sin esfuerzo y, en italiano, es sinónimo de una casa ruinosa.

    Muchas gracias por leer hasta aquí. Si te ha gustado y has aprendido algo nuevo, retuitea el primer tuit del hilo para darle más difusión, aunque solo sea por los mapas. Y sígueme si quieres para más batallitas sobre los temas más diversos. Feliz finde y…

    53. …también puedes echar un vistazo a los hilos que llevo publicados hasta el momento para ver si alguno te llama la atención.

    En el próximo hilo veremos los límites técnicos del estilo gótico y a los desafortunados constructores que osaron traspasarlos.

    Para saber más: este hilo no es más que un relato ultrarresumido y centrado en el aspecto táctico de la batalla y su representación gráfica. Os recomiendo el extenso artículo publicado en la web de @DespertaFerro

    O podéis leer este gran artículo de @C_Cervera_M en el ABC.

    https://www.abc.es/historia/abci-batalla-bicocca-infanteria-espanola-carlos-aplasta-mito-imbatibles-piqueros-suizos-201609290342_noticia.html

    O, si os queréis rascar el bolsillo, podéis comprar este libro de Mario Díaz Gavier, publicado por la Librería Almena

    https://libreriaalmena.com/GB55-Bicoca-1522

    58. Bibliografía.
    Láminas de época, de Giorgio Albertini, Ángel García Pinto y José Ferre Clauzel (@ArtClauzel). Los mapas de la batalla son de nuestra autoría.


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