Un vuelo que cambió el curso de la historia

    Con los ejércitos alemanes a 30 km de París, el teniente Watteau se subió a su aeroplano Bleriot para hacer un vuelo de reconocimiento.

    Le bastaron un par de pasadas para ver algo que estaba a punto de cambiar el curso de la historia.

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    El 4 de enero de 1913, un anciano exhalaba su último aliento en Berlín.

    Su últimas palabras, según cuenta la leyenda, fueron: “Que el ala derecha se mantenga firme”.

    Era el general von Schlieffen.

    Vale, este es el general Moltke, pero es que de la Schlieffen no hay nada

    Cuando ostentaba el cargo de jefe de estado mayor en el ejército alemán, fue el encargado de elaborar un plan en caso de que Alemania se viera envuelta en una guerra en 2 frentes contra Rusia al este y Francia al oeste.

    Fue bautizado Plan Schlieffen en su honor.

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    El plan asumía que Alemania no podría ganar una larga guerra de desgaste en 2 frentes y consistía en derrotar a Francia con una gran ofensiva relámpago con el 80% de las tropas para después enviarlas al este usando el excelente sistema ferroviario alemán y derrotar a los rusos.
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    La idea era dejar que el grueso del ejército francés atacase Alsacia y Lorena (flechas azules) mientras la poderosa ala derecha del ejército alemán (flechas rojas) giraba hacia el norte, atravesando Bélgica (con su permiso y sin él) antes de envolver París y al ejército francés.
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    Era un plan audaz, pero con poco margen de error.

    En el concepto de Schlieffen, todo dependía del ala derecha (flechas moradas), que debía aplastar cualquier oposición y seguir avanzando sin perder impulso.

    Por eso el viejo general se obsesionó con ella hasta su último suspiro.

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    Los alemanes no tuvieron que esperar mucho para poner en práctica su plan.

    El asesinato del archiduque Francisco Fernando en junio de 1914 activó una red de alianzas diplomáticas tan complejas que vamos a intentar resumir muy mucho.

    Creyendo que los servicios de inteligencia serbios habían ayudado a organizar el asesinato de Francisco Fernando, Austria mandó un ultimátum a Serbia, en el que enumeraba diez exigencias intencionadamente inaceptables como excusa para iniciar las hostilidades. Serbia aceptó todas las exigencias menos dos, lo que los austríacos interpretaron como una negativa, así que declararon la guerra a Serbia el 28 de julio.

    2 días más tarde, los rusos decretaron una movilización general en apoyo de Serbia, y los alemanes les exigieron al día siguiente «cesar todas las medidas bélicas contra Alemania y Austria-Hungría» en un plazo de 12 horas. Como los rusos no respondieron, Alemania declaró la guerra a Rusia.

    Consciente de los planes alemanes de atacar a través de Bélgica, el Comandante en Jefe francés Joseph Joffre pidió permiso a su gobierno para cruzar la frontera y adelantarse a tal movimiento. Para evitar violar la neutralidad belga, se le dijo que cualquier avance sólo podría producirse después de una invasión alemana. El 2 de agosto, Alemania ocupó Luxemburgo e intercambió disparos con unidades francesas cuando patrullas alemanas entraron en territorio francés; el 3 de agosto, declararon la guerra a Francia.

    Declaraciones de guerra:

    Austria a Serbia
    Alemania a Rusia
    Alemania a Francia
    Alemania a Bélgica
    Reino Unido a Alemania

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    Para poder ejecutar su plan, los alemanes pidieron porfi porfi a los belgas que les dejaran pasar, pero los belgas obviamente se negaron y Alemania declaró la guerra a Bélgica.

    Y, en represalia, Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania. La fiesta ya estaba completa.

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    La heroica resistencia del ejército belga supuso un inconveniente para los boches, pero la verdad es que en menos de un mes los ejércitos alemanes habían barrido Bélgica y el norte de Francia y se encontraban como quien dice a las puertas de París (80 km).
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    El avance alemán parecía imparable: los franceses se prepararon para defender París y los ingleses para evacuar sus tropas en los puertos del Canal de la Mancha.

    Y entonces el teniente francés Watteau despegó para hacer su célebre vuelo de reconocimiento el 2 de septiembre de 1914 a bordo de un aeroplano Bleriot IX.

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    Su misión consistía en escrutinar los movimientos del ala derecha del ejército invasor.

    Le bastaron un par de pasadas para ver que los alemanes habían cambiado de plan y el ala derecha marchaba hacia el este en lugar de rodear París por el oeste.

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    Y, al hacerlo, el 1. er Ejército del general von Kluck no solo había dejado expuesto su flanco derecho, sino que había creado un peligroso hueco de unos 30 km entre ellos en la zona de Chateau-Thierry con el ejército adyacente, el 2.º del general von Bülow.
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    Cuando el alto mando francés recibió el informe del teniente Watteau, se dio cuenta de que un contraataque bien ejecutado en aquel flanco/brecha podía partir en 2 la línea alemana, aislar a von Kluck del resto de los ejércitos alemanes y poner fin a la ofensiva del Kaiser.
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    Con la cooperación británica, el comandante en jefe del ejército francés, general Joffre, decidió jugárselo todo a una carta y lanzar una contraofensiva con todas las tropas disponibles contra el 1. er ejército de von Kluck.
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    El comandante militar de París, el general Gallieni, llegó a requisar los emblemáticos taxis parisinos para enviar al frente a la mayor cantidad posible de soldados, dando lugar a curiosas escenas como estas que serían exageradas por la propaganda de guerra francesa.
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    Ante el empuje francés, von Kluck se vio obligado a pivotar hacia el noroeste para adoptar una posición defensiva, agrandando aún más la brecha que lo separaba del 2.º Ejército, por la que los británicos (flecha marrón) lanzaron otro ataque.
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    La contraofensiva aliada fue todo un éxito. Pocos días más tarde, los alemanes se vieron obligados a reconocer que su ofensiva había sido un fracaso.

    No solo tuvieron que detener su avance, sino que se vieron obligados a retroceder 90 km hasta el río Aisne para reorganizarse.

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    París, Francia y con ellas toda la guerra se habían salvado en una victoria aliada in extremis tan dramática que la propaganda francesa le dio el nombre de «el milagro del Marne”, por el río en torno al cual se libró la batalla.
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    Tras el fracaso del Plan Schlieffen, los alemanes quedaron atrapados en una guerra de desgaste en 2 frentes que no podían ganar como el anciano general había predicho, recordándoles a sus sucesores hasta su último aliento que a toda costa el ala derecha debía mantenerse firme.
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    Hay quien dice que el Plan Schlieffen quedaba muy bonito en una mapa pero era irrealizable

    Otros sostienen que el comandante alemán, Moltke el Joven, no supo adaptarlo a la realidad de 1914

    Yo creo que fue una mezcla de las 2, pero me gusta echarle la culpa al teniente Watteau.

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    26 años más tarde, el general Erich von Mantein demostró que el Plan Schlieffen era viable, pasando por el Bosque de las Ardenas en lugar de por la costa belga, si bien es verdad que en 1940 los alemanes no tenían un frente abierto en el este, sino a una URSS que les abastecía.
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