2012

2012

[Libro] «Memoranda», de Benito Pérez Galdós

B. PÉREZ GALDÓS

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MEMORANDA

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Paco Navarro—La Reina Isabel

La casa de Shakespeare—Pereda—Cuarenta lenguas por

Cantabria—Clarín—Ferraras—Don Ramón de la Cruz

y su época—Niñerías—Soñemos, alma, soñemos—Rura

¿Más paciencia?—La República de las Letras

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1.000

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MADRID

PERLADO, PÁEZ Y COMPAÑÍA

(Sucesores de Hernando)

Arenal, 11

1906

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EST. TIP. DE LA VIUDA E HIJOS DE TELLO

IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M.

C. de San Francisco, 4.

 

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La muerte de Galdós (III)

Narración de los último días de Galdós realizada por Hyman Chonon Berkowitz en su libro: Pérez Galdós, Spanish Liberal Crusader, Univseristy of Wisconsin Press, 1948, pp. 455-457.

La ciudad de Madrid, que pocos días antes de su muerte se había visto obligada a cancelar el homenaje al escritor debido a su condición, expresó su duelo en la siguiente proclama del alcalde Luis Garrido Juaristi:

“¡Madrileños! Galdós ha muerto, el genio que trajo gloria a la literatura de nuestra época a través de las asombrosas creaciones de su pluma.

Con su pluma honró a su país; con su vida se honró a sí mismo. Era bueno, piadoso, y el mayor devoto del arte y el trabajo.

Se pide a aquellos que lo admiraron durante su vida que acudan al ayuntamiento para rendirle un último adiós.

Semejante tributo de duelo le gustaría, dado que siempre le gustó la sencillez”.

En realidad el pueblo de Madrid no espero a la exhortación del alcalde. Cuando poco antes de las siete de la mañana del lunes el coche fúnebre trasladó los restos de Galdós hasta la capilla ardiente del ayuntamiento, multitud de hombres, mujeres y niños de humilde ya abarrotaban la pintoresca Plaza de la Villa. Muchos de ellos habían estado haciendo cola desde el amanecer para rendirle a Don Benito un último y doloroso adiós. También había ciudadanos de clase media. Se trataba de una multitud heterogénea, con buen comportamiento, llena de colorido –genuinamente madrileña—  que incluía una generosa representación de hombres y mujeres de edad avanzada, así como de criadas.

Cuando a las nueve de la mañana se abrieron las puertas de la capilla ardiente, la multitud comenzó a desfilar frente al féretro en un rápido movimiento lineal. No se permitió a nadie que se rezagara frente al cuerpo, pero muchos lograron pararse para ofrecer su tributo de forma íntima y personal. Aquí y allá se arrodillaba con reverencia algún trabajador humilde mientras depositaba una modesta ofrenda floral, que quizá había adquirido la cantidad asignada para tabaco de aquel día. Las mujeres se persignaban mientras musitaban alguna oración, mientras las más mayores la piedad del Señor en tonos audibles. En total unos treinta mil españoles mostraron sus respetos a Galdós en su casa o en el ayuntamiento.

Las masas abandonaron la plaza para comer un almuerzo frugal precipitadamente. Iban a volver para asistir al funeral que se iba a oficiar a las tres de la tarde. Galdós se quedó solo en la capilla ardiente, a excepción de la guardia de honor, que, enfundada con en su resplandeciente uniforme, esperaba rígida y afligida. Allí yacía el escritor, como presa de una ensoñación, arropado por los colores nacionales. La enfermedad había alterado sus líneas faciales y los otrora enérgicos rasgos. El pelo le había crecido mucho y su guedeja, ahuecada como los mechones de un hidalgo perteneciente a otra época, era casi blanca. Poco después iba a recibir los aplausos de su público por última vez.

Antes de las tres de la tarde se había despejado el tráfico de la Calle Mayor y la Puerta del Sol. Se habían encargado de ello las masas de plañideros que acudían desde todas direcciones. Las banderas estaban a media asta, las puertas de las tiendas cerradas y las contraventanas echadas. El día era frío y desapacible; además el cielo amenazaba con precipitaciones, pero la multitud no se dio cuenta. La procesión del funeral se estaba formando. Funcionarios del gobierno, docentes, actores de teatro, periodistas, representantes de las organizaciones cívicas y municipales, así como de partidos liberales y radicales, miembros de asociaciones de trabajadores y asambleas juveniles –en definitiva, un crisol de España— se alineaban tras el carro fúnebre para escoltar a Galdós hasta el humilde panteón familiar del Cementerio de la Almudena. A excepción de un incidente aislado, todo se desarrolló conforme a lo establecido, ya que las masas se comportaron como es debido, si no con todo el decoro formal que se esperaba de ellas.

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La muerte de Galdós (IV)

Narración de los último días de Galdós realizada por Hyman Chonon Berkowitz en su libro: Pérez Galdós, Spanish Liberal Crusader, Univseristy of Wisconsin Press, 1948, pp. 457-458.

La España Oficial, que con tanta inquina había tratado a Galdós, parecía deseosa de enmendarse participando en las ceremonias fúnebres con la pompa de rigor. Se le reservó la zona de cabeza del cortejo fúnebre, justo detrás del carruaje y se ordenó a las masas que mantuviesen una distancia considerable. No obstante, el pueblo, argumentando que una procesión ceremoniosa marchando en líneas bien organizada contravendría el espíritu sencillo de Galdós, desafió los intentos de la policía de organizarlo de acuerdo con el esquema establecido. La muchedumbre empezó a hacer presión contra la parte posterior y los laterales del carruaje fúnebre, defendiendo su derecho a permanecer cerca de Don Benito. Un joven estudiante grito con entusiasmo: “¡Viva Galdós!”. Un clamoroso grito de “¡Viva!” se extendió rápidamente por la compacta multitud de cuarenta mil personas. Cuando la policía intentó de nuevo que los asistentes marcharan en orden, las protestas se elevaron al grito de: “¡Dejadnos en paz! ¡Don Benito nos pertenece!”. Un contingente de unos quinientos trabajadores procedentes de la Casa del Pueblo entró en acción tratando de abrirse paso hasta la carroza, inició un pequeño motín que las autoridades sofocaron frente al Casino de Madrid en la Calle de Alcalá.

A excepción de de este y otros incidentes de poca importancia, la procesión se abrió paso más o menos en orden, aunque no sin cierta dificultad, hasta la Plaza de la Independencia. Allí se detuvo. Los plañideros públicos habían llevado a cabo su cometido y se marcharon ceremoniosamente. Entonces la multitud quedó al cargo y acompañó a Don Benito hasta el mismo borde de su tumba. Hay una distancia considerable desde la Plaza de la Independencia hasta el Cementerio de la Almudena. Para llegar hasta allí es necesario ir en metro hasta el final de la línea y desde allí coger un taxi para cubrir una distancia nada despreciable. Sin embargo, la multitud desafió la fatiga y el frío agudo, continuando la procesión con solemnidad y orden mientras la España Oficial regresaba al cálido refugio que le ofrecían los salones, los clubs y los cafés.

A las seis menos cuarto, tras una marcha de tres horas, el cortejo fúnebre llegó al cementerio. Mientras el cuerpo de su admirado amigo descendía a la tumba, la multitud comenzó a avanzar, contemplando la escena con cara de circunstancias. Nadie se movió durante un largo intervalo. A nadie parecía gustarle la idea de dejar a Don Benito solo en aquel lugar. Los trabajadores del cementerio pidieron al gentío que se apartaran de la tumba, pues la creciente oscuridad hacía imposible ver nada. Alguien gritó: “¡Caballero, es imposible ver nada!”, como si de repente hubiera llegado al fondo de una gran verdad. En aquel momento la luna salió de entre unos nubarrones, lanzando sobre la zona una luz grisácea y difusa que perfiló la tumba y a los afligidos asistentes. Un hondo silenció se apoderó de ellos cuando se retiraron algunos pasos del sepulcro. Un sacerdote entonó el último responsorio y la primera palada de tierra cayó sobre los despojos terrenales de Benito Pérez Galdós. La multitud regresó a la ciudad sumida en un silencio gélido y escalofriante.

Benito Pérez Galdós: estudio crítico-biográfico, por Leopoldo Alas «Clarín»

Benito Pérez Galdós: estudio crítico-biográfico

Leopoldo Alas

 

– I –

Podría formarse un libro verde, o amarillo o colorado, como esos en que encuaderna la diplomacia sus garbullos internacionales, con las cartas y notas que han mediado entre el novelista insigne que va a ser objeto de mi cuento y… el que suscribe.

Uno de los datos biográficos de más sustancia que he podido sonsacarle a Pérez Galdós es… que él, tan amigo de contar historias, no quiere contar la suya. No tiene inconveniente en suponer que su Araceli, y su Salvador Monsalud y su Amigo Manso, por ejemplo, son tan poco recatados que nos relatan en tomos y más tomos su propia vida… y la ajena; pero él, Galdós, tan comunicativo cuando se trata de los hijos de su fantasía, apenas sabe si se llama Pedro, cuando hay que hablar del padre que engendró   —6→   tanta criatura literaria, del pater Orchamus de ese gran pueblo que pulula en cuarenta y dos tomos de invención romancesca.

Tal vez lo principal, a lo menos la mayor parte, de la historia de Pérez Galdós, está en sus libros, que son la historia de su trabajo y de su fantasía. El hombre que en veinte años ha escrito cuarenta y dos tomos de novelas, muy pensadas las más, sin contar algunos otros trabajos sueltos, apenas ha tenido tiempo hábil para hacer otra cosa, fuera de las que no merecen ser referidas por venir a ser iguales en todos los humanos, grandes y chicos. Aunque hay algunas excepciones, los escritores muy fecundos suelen llevar vida sedentaria y tranquila, de pocos accidentes; son grandes trabajadores y necesitan ser avaros del tiempo y desconfiar de las pasiones, vanidades del mundo y otros ladrones de las horas. Si Lope de Vega tanto fue y vino en su juventud, ya no se movió tanto cuando se puso a escribir de firme. Víctor Hugo, a pesar de su situación romántica en la historia de su pueblo, hizo mucho menos que dijo, y en su casa o en el destierro siempre fue un jornalero aplicadísimo… Pero este y otros muchos ejemplos y razones que podrían citarse no demuestran, ni a eso los encamino, que Pérez Galdós no tenga más historia que la de sus creaciones de artista. Sí la tendrá. Pero la tiene bajo llave. La principal causa de que, a lo   —7→   menos por ahora, no quiera contar su vida al público, ni siquiera por modo indirecto, consiste, diga él lo que quiera, en la modestia del insigne escritor. La modestia de Pérez Galdós, como la de su íntimo amigo y compañero de gloria y de viajes, Pereda, es de las más seguras y ciertas, porque está arraigada en el temperamento; tiene mucho del rubor de la doncella en cabellos; y porque el símil es malo, pues en las figuras retóricas debe huirse de trocar los sexos, diré, rectificando, que se parece a la vergüenza de los niños ensimismados. Ni Pereda ni Galdós son capaces de pronunciar cuatro palabras en público; no por las palabras, sino por el público. Para dar las gracias a una asamblea que les aclama, tienen que sacar del bolsillo un papel en que consta que vivirán eternamente agradecidos. Juntos emprendieron hará luego tres años un viaje a Portugal. Viajaron de incógnito, sin fijarse en ello. No vieron a nadie, no los vio nadie: supieron que en Lisboa varios literatos insignes jugaban al tresillo en cierto Círculo: «Bueno, pues que jueguen»; ellos, como dos comisionistas, siguieron adelante, ni vistos ni oídos. Así viajó también repetidas veces por Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, etc., Pérez Galdós, que tiene en todos esos países y aun en otros más lejanos, admiradores y asiduos traductores. En el verano próximo pasado Galdós fue a Roma, y en la carta que me lo anunciaba   —8→   no había más que preparativos y prevenciones contra las visitas e impertinencias de los admiradores y partidarios de su novela, que habían de procurar asaltarle por esos mundos…

A un hombre así, cuesta sudores arrancarle la declaración preciosa de que efectivamente nació en las Palmas, como ya creíamos saber todos por otros conductos. Me precio de ser entre los gacetilleros, más o menos bachilleres, de España, uno de los que tienen más trato y confianza con Galdós: habiendo de escribir una semblanza o cosa parecida del ilustre amigo, y con el propósito de obtener la mayor cantidad posible de noticias, para que por este lado a lo menos comenzara bien esta galería biográfica, valime de mi amistad, y un día y otro pedí al autor de Gloria datos y datos… Y después de larga y amabilísima correspondencia vinimos a parar en que Galdós no sabía a punto fijo lo que eran datos, lo que se le pedía; y en que, en todo caso, él había nacido en las Palmas, ciudad de las Afortunadas, como tenía declarado y se ratificaba. Exagero algo, pero poco, como el curioso lector va a ver en seguida. Con las noticias que nuestro Autor nos da, apenas hay para llenar una cédula de vecindad regularmente escrita. Es claro que esta escasez de datos se refiere a los que sólo Galdós podía suministrarme, no a los que yo he podido adquirir de otra manera. Así es que osaré asegurar   —9→  que nació en una latitud no muy diferente de la del monte Sinaí, y a unos veinte grados Oeste del meridiano de París, que por el de Madrid vienen a reducirse a catorce.

Políticamente es Galdós español (y diputado); pero en la geografía natural es africano, como el ilustre poeta francés que nació en una de las islas vecinas de Madagascar… Por este camino podría llenar de datos, más o menos impertinentes, páginas y páginas; y si entraba en consideraciones antropológicas y sociológicas podría… hasta no acabar nunca; y todo ello sin saber palabra de quién era Galdós y qué costumbres, porte y carácter tenía. Pero déjome de considerar quiénes fueron los primeros habitantes de las islas Canarias, y qué grandes hombres isleños o de tierra firme produjo África en la serie de los siglos, y no me meto en consideraciones acerca del medio ambiente en que vivió nuestro novelista, ni saco consecuencias de la proximidad relativa del trópico de Cáncer al lugar de su nacimiento. Podrá haber relaciones, pero no he de estudiarlas yo, entre el genio literario de Galdós y la clase de productos naturales de su país, la fauna y la flora de las islas, clima, vistas al Océano, etc., etc., sin contar lo que podría sacarse a plaza, siquiera fuera por los cabellos, de los varios sistemas de colonización, asimilación, etcétera, etc.

—10→

Para mí, Galdós es… madrileño, por ahora, sin perjuicio de volver a estudiarle más adelante con más extensión y con más datos tocantes a su vida en su isla natal, como diría La Correspondencia de España.

Nació donde queda dicho, en las Palmas, el 10 de mayo de 1845, de modo que según él confiesa entre suspiros, pronto cumplirá cuarenta y cuatro años. Nada me ha querido decir de los primeros de su vida, pero no debe de ser porque desprecie los recuerdos de la infancia hombre que tan bien sabe pintar el espíritu de los niños y sus armas y gestas. Su memoria ha de estar llena, a mi juicio, de los días de la niñez, y es muy probable, aunque él por ahora no quiera declararlo, que, si no los hechos exteriores, por lo menos los pensamientos, emociones y deseos del primer crepúsculo de su vida no sean insignificantes, merezcan conocerse para recreo del lector y para poder estudiar a fondo la historia del artista poderoso, que hoy nos oculta con velos de discreción y modestia muchas cosas que pudieran servir para penetrar mejor en el alma de sus obras. Por ciertas confidencias, me atrevo a esperar, algo temerariamente, que algún día el mismo autor de Celipines y Miaus juniores nos dé un libro que se parezca a los Recuerdos de su ilustre colega ruso el creador de Guerra y paz y Ana Karenine.

—11→

Y tengo esta esperanza, porque al cerrar la serie de escasísimas noticias que me entrega, con algún remordimiento de que sean tan pocas, dice: «Como usted ve, nada de esto merece que se le cuente al público; se lo digo por carecer de otras noticias de más valor, o porque las de verdadero interés son de un carácter privado y reservado, al menos por ahora y en algún tiempo». Si esto último quisiera decir que para algún día podíamos esperar de la pluma que trazó la historia de Monsalud, Araceli y el Amigo Manso la narración auténtica de otra vida, de donde todas esas se engendraron, si así fuera, bien podríamos perdonar hoy lectores y biógrafo la reserva, la modestia y los velos del insigne novelista.

Soy de los que opinan que en la historia de los hombres la de su infancia y adolescencia importa mucho, sobre todo cuando se trata de artistas, los cuales casi siempre siguen teniendo mucho de niños y adolescentes. En rigor, ser artista es… seguir jugando. Las mujeres, los adolescentes y los artistas… y algunos locos, entienden de cierta clase de intereses del alma, que son letra muerta para los banqueros, los hombres de Estado y ¡qué lástima!, hasta para los sacerdotes, las más veces.

Y… nada sabemos de la infancia ni de los primeros años de pubertad de Pérez Galdós. Él no dice más que esto: «que en el Instituto estudió con bastante   —12→   aprovechamiento». «Nada se me ocurre decirle -añade- de mis primeros años. Aficiones literarias las tuve desde el principio, pero sin saber por dónde había de ir».

¿Cuál es el principio a que Galdós se refiere? ¿A qué edad hace él remontarse ese amanecer de sus aficiones?

No lo sé, ni me decido en este punto a aventurar conjeturas. En todo caso, no creo que haya sido un niño precoz, ni a lo Pascal y a lo Pope, ni menos cual esos otros que parecen pedantes en miniatura, como Alcalá Galiano, enclenque y petulante, coplero a los cuatro años, según nos refiere él mismo.…

[Artículo] Simbolismo en «Zaragoza» de Benito Pérez Galdós, de Paciencia Ontañón de López

El fondo histórico es el que, supuestamente, sirve de base para los Episodios galdosianos. Pero esta base es sumamente irregular: mientras que algunos de ellos se atienen fundamentalmente a los sucesos reales y la ficción ocupa un lugar menor, en otros lo novelesco predomina absolutamente y lo histórico queda nada más como un telón de fondo. De ahí que todas las simplificaciones o unificaciones que se han tratado de hacer sobre ellos han resultado incompletas o torpes. Un ejemplo sería el resumen que Laín Entralgo hizo de ellos, según el cual todos parten de la Historia de Lafuente más un pequeño añadido novelesco.

[gview file=»http://www.translatioimperii.com/galdos/wp-content/uploads/115ontanon.pdf»]

Fuente original del artículo: http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/26/50/115ontanon.pdf…

Los Episodios Nacionales en alemán

La primera serie de los Episodios Nacionales se tradujo al alemán durante la década de los 90. Las diez novelas aparecieron en 5 volúmenes a razón de dos episodios por volumen. He aquí la referencia bibliográfica, pues aún es posible encontrar estos libros en las librerías de lance y en grandes distribuidoras de internet:

Trafalgar. Die Abenteuer der Pepita González [Trafalgar. Alemán] / Werner Siebenhaar; Renate Kunze. Bergisch Gladbach: Bastei-Lübbe, 1997.

Der Aufstand von Madrid. Bailén [Bailén. Alemán] (Dt. Erstveröff., 1. ed.) / Werner Siebenhaar. Bergisch Gladbach: Bastei-Lübbe, 1997.

Napoleon in Chamartín. Zaragoza. [Napoleón en Chamartín. Alemán] Werner Siebenhaar. Bergisch Gladbach: Bastei-Lübbe, 1998.

Die Belagerung von Gerona. Cádiz [Cádiz. Alemán] (1. Aufl.) / Werner Siebenhaar. Bergisch Gladbach: Bastei-Lübbe, 1999.

Juan Martín. Die Schlacht bei den Arapiles-Hügeln [Juan Martín el Empecinado. Alemán] / Werner Siebenhaar. Bergisch Gladbach: Bastei-Lübbe, 1999.

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[Tesis doctoral] El trienio constitucional en la obra de Perez Galdos, de Ricardo Martínez Cañas

Consta de introducción, cinco grandes capítulos, conclusiones y bibliografía. Contiene un estudio previo del carácter, del concepto de la historia y finalidad educativa a que responden los textos de Galdos, del contexto en que se generan sus obras sobre el trienio constitucional (1820-1823) y de las fuentes, personajes y lineas argumentales de estas obras. Todo ello se aplica y contrasta en el análisis e interpretación histórica de sus imágenes de la revolución de 1820 y del trienio subsiguiente, centradas sobre todo en la motivación y desarrollo de dicha revolución, en la mediatización y deterioro que en el régimen constitucional producen las sociedades secretas y patrióticas, en la acción realista española y en la intervención extranjera que, combinada con aquellas, acaba con el trienio. Imágenes, cuyos ingredientes novelescos y simbólicos se muestran sobre los textos concretos de Galdos y se ponen en relacion con la versión historiográfica de los hechos a que se refieren, con las fuentes y, a veces, con los condicionamientos del autor.

Tipo de documento: Tesis (Doctoral)
Información Adicional: Tesis en CD-ROM Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea…, 1994
Directores (o tutores):
Directores (o tutores) Email del director (o tutor)
Seco Serrano, Carlos
Palabras clave: Pérez Galdos, Benito, 1843-1920 Crítica e interpretación España Historia 1820-1823, Trienio Constitucional
Materias: Humanidades > Historia > Historia contemporánea
Código ID: 2409
Depositado: 25 Oct 2004
Última Modificación: 27 Jul 2010 10:53

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Fuente original de la información: http://eprints.ucm.es/2409/

Artículos sobre los Episodios Nacionales II

He aquí la continuación de la lista de artículos científicos sobre los Episodios Nacionales disponibles en Internet para su descarga directa y gratuita, que han sido encontrados gracias al buscador de contenidos científicos de la Universidad de la Rioja, Dialnet.

Apuntes didácticos galdosianos sobre la primera guerra carlista

Los Episodios Nacionales de Pérez Galdós y su presencia en el «canon» de la LIJ (1873-1939)

La historia y la lengua en la Primera Serie de los «Episodios Nacionales» de Galdós

Don Quijote y Napoleón en los «Episodios nacionales de Galdós»

X Congreso Internacional Galdosiano

X CONGRESO INTERNACIONAL GALDOSIANO

150 años de la llegada de Galdós a Madrid

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Segunda circular informativa

  1. 1. Sobre el contenido del Congreso

Ante las consultas recibidas sobre el contenido de las secciones temáticas, el Comité Científico ha considerado oportuno modificar la denominación de las mismas:

 

Título general del Congreso:

Galdós. Los fundamentos de una época.

 

Secciones temáticas:

Los fundamentos de la escritura galdosiana

Galdós y las bases científicas del siglo XIX

Galdós y el debate político de una época

  1. 2. Sobre la organización del Congreso

Debido a las circunstancias económicas es posible que el Congreso no pueda hacer frente a los gastos de hospedaje como en otras ocasiones. Se está trabajando en la búsqueda de alternativas que abaraten los costes de forma que, tanto para la organización como para los propios congresistas, los gastos de viaje y estancia se conformen en una oferta conveniente y asequible. De todo ello se dará información en la próxima circular informativa.

 

Definitivamente, las fechas del congreso serán del 18 al 21 de junio de 2013.

 

Se recuerdan los datos expuestos ya en la primera circular en cuanto a plazos e inscripción:

 

PLAZOS DE PRESENTACIÓN DE COMUNICACIONES

  • Hasta el 30 de noviembre de 2012: presentación de un guión razonado de la comunicación (entre 15 y 30 líneas), junto a la ficha de preinscripción y el currículo abreviado y actualizado del autor.
  • Diciembre de 2012: reunión del Comité Científico para la selección de las comunicaciones, y para la distribución de una nueva circular informativa, en la que se incluirá la relación de las aceptadas. El criterio de aceptación se fundamentará en la adecuación a la temática propuesta, en el interés científico y en la novedad de la investigación así como en el cumplimiento de los plazos y normas de presentación. Se admitirá un máximo de 81 comunicaciones.
  • 30 de junio de 2013: recepción de los textos definitivos y de los resúmenes de los mismos. Los textos de las comunicaciones se presentarán en papel y en archivo de ordenador (Word para Windows; fuente 12, tipo Times New Roman), la extensión no excederá de 15 folios de 30 líneas / página por una sola cara, incluyendo las notas, que irán al final de la comunicación. Los resúmenes no excederán de una página a doble espacio, y se publicarán en el programa general del Congreso.

 

 

INSCRIPCIÓN

  • Con comunicación

Cuota de inscripción: 60,00 € Es necesario presentar una copia del justificante de pago.

Plazo de inscripción: hasta 30 de abril 2013

  • Oyentes

Cuota de inscripción: 18,00 € Es necesario presentar una copia del justificante de pago. Los alumnos universitarios tendrán un descuento del 50% previa acreditación.

Plazo de inscripción: hasta el 15 de mayo de 2013.

 

El ingreso de la cuota se realizará en:

Cabildo de Gran Canaria (Congreso Galdosiano)

Caja de Ahorros de Canarias

C/c.: 2052 8130 23 3510001709. Clave: A/09 ─ X Congreso Galdosiano

(El ingreso se puede hacer a través de la ventanilla de “La Caja de Ahorros de Canarias” o a través de Internet.)

Créditos:

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria otorgará créditos de libre configuración por la asistencia al Congreso.

 

 

Las Palmas de Gran Canaria, a 25 de julio de 2012.

 

 

 

 

Rosa María Quintana Domínguez

Directora de la Casa-Museo Pérez Galdós

 

 

 

 

 

 

 

 

IX Congreso Internacional Galdosiano

Casa-Museo Pérez Galdós

C/ Cano, 2 y 6

35002 Las Palmas de Gran Canaria

Tfs.: (9)28 366 976 / 373 745

Fax: (9) 28 373 734

congresogaldosiano@grancanaria.com

Información:

www.casamuseoperezgaldos.com

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