Un pintor alemán invadió Francia en 1870. No lo hizo en solitario ni como soldado (había sido declarado no apto para el servicio), sino que acompañó al estado mayor de uno de los ejércitos que pusieron de rodillas al ejército galo durante la Guerra franco-prusiana de 1870-71, para ser más precisos el Tercer Ejército, comandado por el mismísimo príncipe heredero Federico. Su propósito era reunir material para un cuadro que le habían encargado, pero en el proceso nuestro artista también logró establecer una relación de amistad con el futuro rey de Prusia y emperador alemán (lo que le abriría las puertas a los salones de las élites políticas y militares del Segundo Imperio Alemán), y experimentar en carne propia la fase final de la guerra, un tema frecuente en su producción artística posterior como este ejemplo: el príncipe heredero, Federico, rindiendo un solemne homenaje al general francés Abel Douay, caído heroicamente en combate el 4 de agosto de 1870 contra las tropas del aristócrata alemán.
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