Una mujer de mala vida al margen de la sociedad. Un objeto de placer para usar y tirar.
Pero, mira por dónde, era un ser humano. Y tenía corazón… 🫀
Vamos a ver sus secretos👇
El pintor experimenta con la arriesgada disposición perpendicular del cadáver hacia la pared del fondo, un recurso pictórico llamado escorzo que ayuda a crear una ilusión de profundidad en el cuadro a los ojos del espectador.
El estudio anatómico del cuerpo y los cabellos es impecable.
👀 Fíjate en cómo el brazo desmayado del cadáver rompe la horizontalidad de la composición
La atmósfera del cuadro está llena de contrastes.
Como el del viejo médico forense y la bella joven que yace sobre la fría mesa de autopsias.
O el de las oscuras paredes, apenas iluminadas por un débil candil, y la luz que inunda la estancia (y el cuerpo semidesnudo) desde la ventana que hay a la derecha, creando un marcado contrapeso lumínico y dando una atmósfera de frialdad a la escena.
Debido al tratamiento realista del tema y su apabullante crudeza, muchos críticos han encasillado la obra dentro de la corriente del realismo social.
La joven sería una prostituta (¿acaso con un atisbo de embarazo?) a la que le están haciendo la autopsia.
El forense, sin duda miembro de la alta burguesía en la época, se sorprende de que una prostituta pobre tenga corazón, es decir: sentimientos.
Dicho de otra forma: descubre asombrado que incluso en los desheredados más marginados puede encontrarse un buen corazón 💝
El autor del cuadro es el pintor valenciano (pero de padres malagueños) Enrique Simonet Lombardo, que lo terminó a los 24 años mientras estudiaba con una beca en Roma.
Uno de los ejercicios que debía completar durante sus estudios en la Ciudad Eterna era un desnudo, pero Simonet quería aprovechar la oportunidad para pintar algo que captara el espíritu del progreso científico.
De sus apuntes en una morgue romana procede la impresionante plasmación de la carne mortecina que podemos admirar en el cuadro.
La obra pertenece a los fondos del Museo del Prado, pero desde 1933 está en depósito permanente en el Museo de Málaga, ciudad en la que adquirió su nombre popular “Y tenía corazón”, a partir del que se fue difundiendo su interpretación moralizante sobre la científica.
En realidad, el título oficial de esta obra es “Una autopsia” según la web del Museo del Prado, aunque en otros manuales también figura como “Anatomía del corazón” o “El anatomista”.
En una capilla de la Catedral de Málaga también está expuesta otra de las obras de gran formato más célebres de Simonet: La decapitación de San Pablo, dando testimonio de la estrecha vinculación del pintor con esta ciudad.
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