Los límites del gótico: la catedral de Beauvais

    La catedral gótica más alta del mundo también es la más inestable: sus constructores osaron llevar la piedra y el mortero más allá de sus límites.

    Vamos a ver cómo se desarrolló su lucha contra la gravedad

    Las catedrales góticas son sofisticadas estructuras de piedra, mortero y cristal diseñadas para resolver un problema que llevaba atormentando a los constructores durante siglos.

    Y es que las iglesias de estilo románico presentaban un problema importante: tendían a desplomarse fácilmente cuando los constructores intentaban hacerlas más altas y grandes.

    El arco de medio punto, que todavía se utiliza hoy en día, era muy pesado y ejercía un enorme empuje hacia afuera sobre los muros.

    Los muros eran el principal soporte de las bóvedas de piedra, por lo que debían tener un gran grosor para soportar su peso, permitiendo pocas aberturas para las ventanas. Por ello, las iglesias románicas eran oscuras y lúgubres.

    La otra opción era hacer el techo de madera, pero los constructores temían mucho los incendios, que con frecuencia destruían totalmente los templos.

    El estilo gótico resolvía este problema con el arco apuntado y la bóveda de crucería, capaces de desviar las fuerzas hacia los pilares, contrafuertes y arbotantes, proporcionando a los constructores una flexibilidad inédita en el diseño interior.

    El arco apuntado no solo permitía construir bóvedas más altas, sino también una mayor distancia entre las columnas o pilares que las sostenían.

    Al aumentar en altura, los edificios se veían más afectados por el viento, que creaba unas vibraciones capaces de crear grietas y demoler las estructuras en última instancia.

    Para resolver el problema, los constructores desarrollaron los arbotantes, arcos capaces de afianzar los pilares frente a las vibraciones y de desviar los empujes hacia los pilares y contrafuertes, permitiendo que toda la estructura se mantuviese unida.

    El peso y los empujes no se distribuían a la pared. Los muros ya no soportaban la carga, por lo que podían tener grandes aberturas para colocar vidrieras, algo ideal para una época en la que se empezaba a identificar la luz con la belleza divina.

    En teoría se podrían demoler todos los muros de una catedral gótica y la estructura seguiría en pie.

    De hecho, algunas están tan bien diseñadas que llegan a aguantar la pérdida de una parte de estas estructuras pétreas sin derrumbarse como un castillo de naipes.

    En 1944, una bomba impactó en la nave lateral de la catedral de Ruán, llevándose por delante varios pilares y arbotantes como se aprecia en la fotografía, pero una parte importante del edificio no se vino abajo como temían los arquitectos.

    Gracias a estas nuevas técnicas constructivas, los arquitectos medievales empezaron a construir edificios más anchos, más altos y más luminosos, espoleados por su propio orgullo, curiosidad, ambición o por las exigencias de los obispos que encargaban y financiaban las catedrales.

    23 metros en Noyon, 24 m en Laón, 34 m en Chartres, 38 m en Reims, 42,3 m en Amiens: con el paso de los años, las bóvedas de las catedrales se elevaron cada vez más, soportadas por contrafuertes y arbotantes cada vez más grandes y cada vez a mayor altura.

    Como referencia, las bóvedas del mayor edificio románico del mundo (la Catedral de Espira, en Alemania) tienen 33 m de altura. Para soportar su peso y sus empujes laterales, sus muros tienen (¡8!) metros de grosor. Sigue siendo un sitio bastante oscuro.

    En Amiens, el gótico empezó a dar síntomas de agotamiento, sobre todo tras modificar el diseño original para añadir capillas, cambiando la posición de contrafuertes y arbotantes.

    La catedral empezó a abrirse y las grietas empezaron a aparecer, así que los encargados adoptaron una solución revolucionaria: una enorme cadena de hierro a lo largo de todo el perímetro del templo para mantenerlo unido. Más información aquí:

    Pero Amiens no estaba destinada a ser el lugar donde los constructores alcanzasen los límites de la piedra, el hierro y la argamasa con consecuencias catastróficas.

    El dudoso honor recaería sobre la catedral de Beauvais, esa ciudad que actualmente muchos conocen porque es donde Ryanair les deja en su aeropuerto “París-Beauvais” a 85 km de la ciudad del Sena.

    La catedral San Pedro de Beauvais se diseñó con Amiens en mente pero para superar a cualquier otra estructura gótica existente. De hecho, se diseño para ser la iglesia más grande y suntuosa del mundo.

    Su construcción comenzó en 1225 y en la carrera por levantar la catedral más alta, los constructores de San Pedro de Beauvais llevaron la tecnología a sus límites. Empezaron por aumentar la anchura del coro y de sus tramos.

    Aunque la estructura debía ser más alta, en lugar de reforzar la estructura exterior, aligeraron contrafuertes y arbotantes para que entrara la máxima luz en la catedral.

    La audacia, o más bien la imprudencia de tal decisión es evidente, especialmente en una zona azotada por fuertes vientos procedentes del Canal de la Mancha.

    El resultado es que las bóvedas más altas del gótico descansan sobre un alzado con el porcentaje más bajo de mampostería en relación con el acristalamiento de cualquier catedral gótica.

    Para estabilizar una nave de semejante altura, absurdamente desproporcionada en relación a su anchura, los arquitectos diseñaron un complejo sistema de arbotantes que muchos han tildado de locura arquitectónica. Es muy diferente al de otras catedrales góticas.

    Fíjate en el pilar intermedio que hay entre el contrafuerte y la nave, interconectados con arbotantes. Si tenemos en cuenta los falsos apoyos, que se indican con la línea de puntos marcada por una X, es sorprendente que la estructura se haya mantenido en pie como lo ha hecho.

    Pese a un diseño a todas luces inadecuado, las obras del coro y el crucero terminaron hacia 1270, manteniéndose en pie durante varios años.

    El resultado fue un edificio propio del orfebre, concebido en los límites de las posibilidades estáticas de un sistema constructivo diseñado desde el rigor geométrico y la experiencia práctica de los maestros de obras.

    Pero los problemas no tardaron en aparecer.

    Las fuerzas tan elaboradamente equilibradas de un edificio gótico perdieron su equilibrio, y el 29 de noviembre de 1284 las bóvedas del coro se desplomaron, arrastrando con ella los arbotantes, y causando estragos en el resto del edificio.

    En la larga reconstrucción que siguió durante los 200 años siguientes, duplicaron los puntos de apoyo en las arcadas, tanto de la nave principal como de las laterales, y se reforzaron los arbotantes con barras de hierro. En la foto se aprecian los pilares que fueron añadidos.

    Hacia el año 1550, el obispado tuvo que tomar una decisión trascendental: como no había dinero suficiente, debían elegir entre completar la nave occidental y construir la aguja del crucero.

    Se decidieron por levantar una enorme aguja en el triforio de un edificio con graves problemas estructurales.

    Una decisión a todas luces nefasta, dado que la ausencia de la nave occidental resta mucha estabilidad a una estructura de este tipo, que en su caso además tiende a inclinarse en esa dirección, empujada por los vientos del Canal.

    «Nous construirons une flèche si haute, qu’une fois terminée, ceux qui la verront penseront que nous étions fous».

    La aguja se terminó en 1569, tras 6 años de trabajo. Con sus 153 metros de altura, otorgó a la catedral el título de edificio más alto del mundo. Superó incluso a la Basílica de San Pedro de Roma.

    El 30 de abril de 1573 volvió a producirse otra tragedia. Tras una misa, la aguja y los tres niveles del campanario se derrumbaron. Solo dos personas sufrieron heridas leves, ya que el santuario había sido evacuado a tiempo.

    Desde entonces, generaciones de arquitectos, ingenieros y albañiles han luchado para que llegara hasta nosotros la estructura inacabada que conocemos hoy.

    Pese a su delicada estructura, en la actualidad la catedral conserva una belleza majestuosa, cuyo encanto se ve reforzado por las vidrieras diseñadas en los siglos XII, XIV y XV.

    ¿Recuerdas las barras de hierro que conectaban los contrafuertes para mejorar su estabilidad? En los años 60, los arquitectos de la catedral las retiraron aduciendo que no servían para nada.

    Como era de esperar, esta acción hizo que el crucero se separara del coro. Rápidamente se añadieron varillas de acero, pero, al ser un material más rígido que el hierro, parece haber aumentado el ritmo de las fisuras.

    En los años 90, aumentó la inestabilidad del coro. En algunos lugares, los pilares se habían desplazado más de 30 cm. Ante el riesgo de derrumbe, las autoridades instalaron urgentemente unas inmensas cerchas en 1993.

    Por desgracia, la estructura sigue en peligro. La catedral está llena de dispositivos de medición para detectar cualquier desplazamiento de las paredes, los pilares o los contrafuertes.

    En la actualidad, el edificio gótico más ambicioso del mundo sigue siendo una obra maestra de la belleza, pero un fracaso en su aspecto práctico.

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    En el próximo hilo veremos la catedral con el pavimento más famoso del mundo.

    Bibliografía

    Láminas del libro Gothic Architecture, de Édouard Corroyer. Puedes consultarlo íntegro aquí:

    https://www.gutenberg.org/files/54701/54701-h/54701-h.htm

    Publicado originalmente en:

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