Los constructores de una catedral catalana concibieron una bóveda tan ambiciosa que necesitó un pilar de piedra provisional durante su construcción.
¿Pero cómo se construían por lo general las bóvedas de las catedrales? ¿Y por qué esta bóveda es tan especial?
Levantar las bóvedas era una fase crítica de la construcción de cualquier catedral o iglesia debido a la complejidad del proceso.
Por lo general, los constructores de catedrales seguían los siguientes pasos 👇👇
Una vez finalizados los muros exteriores y el tejado de madera que protegería de los elementos la bóveda y la grúa durante la construcción, los carpinteros levantaban complejas estructuras de madera que se apoyaban en el triforio, a media altura de la nave.
Sobre esta estructura, se colocaban las cerchas, destinadas a soportar las nervaduras de piedra de la bóveda hasta que el mortero fraguase, momento en el que podrían sostenerse por sí mismas.
Acto seguido, las piedras talladas que iban a conformar los nervios, llamadas dovelas, se izaban con la grúa hasta las cerchas y los albañiles las fijaban con mortero.
Por último, se colocaba la piedra central que unía los 4 nervios: la clave de bóveda.
Esta piedra, de mayor tamaño que las demás por motivos de estética, bloqueaba todas las demás dovelas en su posición, permitiendo a su vez que la bóveda pudiera soportar peso.
🖼️ Dibujos de David Macaulay
Acto seguido, los carpinteros instalaban listones de madera para cubrir el espacio entre los nervios.
Encima, los albañiles colocaban un entramado de hileras de una piedra lo más ligera posible para reducir el peso de la bóveda.
Dos equipos, cada uno con un albañil y un carpintero, trabajaban simultáneamente desde ambos lados de la bóveda, instalando primero la madera y luego la piedra encima.
Cuando se reunían en el centro, la bóveda estaba casi completa.
Una vez fraguaba el mortero de las hileras de piedra entre los nervios, solo faltaba verter una capa de mortero de unos diez centímetros de grosor sobre toda la bóveda para evitar que aparecieran grietas entre las piedras.
Y cuando fraguaba esta capa exterior, la estructura de madera se retiraba y se colocaba en el siguiente tramo de la nave, para volver a iniciar el proceso hasta que todo el templo quedase abovedado.
Este vídeo de Myles Zhang resume todos los pasos
Tras terminar todas las bóvedas, las cimbras se desmantelaban y la madera, un bien escaso y preciado, se reciclaba para otros menesteres.
Solo se conserva una de estas estructuras, del siglo XV, en todo el mundo: en el campanario de esta pintoresca iglesia sueca.
No se sabe por qué, pero en el 2.º cuerpo de la torre no quitaron las cimbras colocadas durante la construcción de su bóveda octogonal.
Esta es la única foto que he encontrado. Está hecha desde abajo y se ve la estructura de madera que sostiene la bóveda de piedra encima.
Sin embargo, este no era el único método de levantar una bóveda en la edad media.
En la región mediterránea, donde proliferaban los templos sin tejado (ya veremos en otro artículo por qué), las cosas se hacían de forma diferente.
Normalmente, se construía una torre de madera desde el suelo del centro de la nave, llamada matràs, que soportaba las cimbras, la grúa y la clave de bóveda que, a diferencia del método francés, era la primera piedra que se colocaba, seguida del resto de piezas.
La técnica viene siendo la misma la misma hasta el día de hoy para levantar bóvedas de piedra.
Esta torre de madera sostiene una bóveda de la Catedral de Sigüenza, durante su reparación en 1941 tras los daños sufridos en la Guerra Civil española.
Este método tiene sentido si tenemos en cuenta que en Levante (sobre todo en Cataluña) se usaban claves de bóveda de grandes dimensiones y profusa decoración, que resultarían difíciles de encajar como última pieza (y requerían una estructura capaz de soportar mucho más peso).
Un buen ejemplo de este gótico catalán con claves de bóveda grandes y ricamente decoradas es la Catedral de Tortosa.
A simple vista, destaca por su tejado plano y por su fachada occidental barroca e inacabada.
Su historia es la de muchas otras catedrales: sustituyó un templo románico que se había quedado pequeño y anticuado.
En 2012, una prospección geofísica en busca de sus restos reveló una anomalía circular bajo el suelo del presbiterio, indicando la presencia de un gran pilar.
¿Pero qué pintaba una columna en el centro del suelo del altar mayor?
Los investigadores solo tuvieron que alzar la vista hacia la bóveda para contemplar su gigantesca clave.
Para que te hagas una idea de su enorme tamaño, aquí tienes una comparación entre la clave de bóveda del presbiterio de la Catedral de Sigüenza y la de Tortosa.
¿Y si una torre de madera no hubiera sido suficiente para sostenerla?
Ahora te propongo un viaje en el tiempo. Retrocedamos al año 1438: tras llegar en barco por el Ebro, 7 hombres transportan un bloque de piedra hasta la obra de la catedral.
Solo tienen que recorrer 150 metros, pero tardan 3 días.
El bloque de piedra es tan grande que el muelle y las calles por las que pasa tienen que ser reparadas. Hasta tienen que “lubricar” algunos tramos del trayecto para que el pedrusco pueda abrirse camino hasta la catedral en obras.
Una vez allí, un hábil maestro escultor se hace cargo del bloque y se encierra con él en su taller durante meses para convertir aquella tosca roca en el elemento constructivo más especial de toda la catedral, con una profusa decoración policromada.
El resultado es la “Clau Major” para la bóveda el presbiterio de la catedral.
Tiene una importante carga simbólica a nivel iconográfico: la coronación de la Virgen, a quien está dedicado el templo, tras su ascensión a los cielos, rodeada por un coro de 10 ángeles.
Pero también desde el punto de vista dimensional: con sus 10 palmos de diámetro (2,32 m), y destinada a ser colocada 100 palmos de altura, representa el millar (10 x 100), el número perfecto en la plenitud de los tiempos que definía San Agustín en Civitatis Dei (XX.7.2).
El maestro de obras sabe que colocar un bloque de piedra de esas dimensiones y un total de 9 toneladas a semejante altura (100 palmos = 23 metros) va a ser el mayor desafío de todo el proceso constructivo.
También es consciente de que la posición final y la orientación de la clave deben ser muy precisas, ya que los once nervios de las bóvedas del presbiterio convergerían posteriormente en ella.
Por lo tanto, va a necesitar una estructura capaz de sostener la clave de bóveda durante las semanas o meses que tarde en construir el resto de la bóveda alrededor de ella.
Justo al revés que en el método tradicional del gótico francés, ¿recuerdas?, donde la clave de bóveda era la última pieza colocada en la estructura de la bóveda, obteniendo soporte adicional de los nervios ya instalados y fraguados.
Pero el maestro de obras ya lo tiene todo previsto.
Seguramente no lo sabe, pero está a punto de usar una técnica sin precedentes en toda la historia constructiva del gótico europeo.
10 años antes antes, en 1428, cuando comenzaron las obras del presbiterio y la girola, había ordenado levantar una columna central provisional de piedra, denominada “pilar major” en los libros de obra del templo.
El uso de una columna provisional, situada en el centro del presbiterio, bajo la clave de bóveda, ofrecía importantes ventajas a los constructores de la catedral.
Para empezar, reducía a la mitad la envergadura de la torre de madera (el màtras) de la bóveda del presbiterio.
También hacía de contrapeso temporal a las cargas de las bóvedas de la girola; servía como estructura que facilitaba izar y colocar la clave de bóveda; y como soporte para los andamios necesarios para trabajar en las bóvedas.
Asimismo, como ya hemos visto, ofrecía el soporte ideal para colocar y mantener en su sitio definitivo la pesada clave durante los meses o años necesarios para construir la bóveda a su alrededor, sin posibles derrumbes o desplazamientos accidentales.
Por último, como se construyó antes de que se terminara la girola, probablemente tuvo una función estructural relacionada con la construcción de sus bóvedas, tal y como indican las improntas de los andamios en los muros del presbiterio.
En marzo de 1440, tas 12 años en pie, el maestro de obras ordenó que el pisar fuera demolido al considerar que el mortero había fraguado y la bóveda ya no necesitaba soporte alguno, y la clave por fin asumió plenamente su función estructural.
En este momento se produjo un importante reequilibrio de la sillería. A medida que la clave de bóveda descendía, cada una de las diez columnas del presbiterio empezaron a compartir su proporción de la carga vertical total que había soportado la columna provisional.
¿Pero por qué el caso de Tortosa es tan especial?
Ya se habían usado antes columnas para sostener bóvedas Los ejemplos más destacados son la Iglesia de los Jacobinos en Toulouse y las salas capitulares de las catedrales de Salisbury o Wells.
Pero estos pilares centrales en las que se apoyan las “bóveda de palmera” son elementos estructurales fijos.
La Catedral de Trotosa es el primer caso conocido en el que se usó un pilar de piedra como soporte provisional para el fraguado de una bóveda.
Sin embargo, el caso de Tortosa no es único: se sabe que misma técnica fue utilizada para la colocación de claves más pequeñas en Valencia o Sevilla.
Ya que estamos hablando de bóvedas, presbiterios y girolas, deberías leer el que en mi opinión es uno de los hilos más grandes jamás publicados en Twitter: el Girhilo de @itineratur
(También lo puedes leer en Menéame)
https://www.meneame.net/m/Art%C3%ADculos/girola-catedral-toledo-1
Bibliografía
Los dibujos de las fases de construcción de las bóvedas son obra de David Macaulay, publicadas en su libro Cathedral, muy recomendable.
Las fotografías y diagramas de la Catedral de Tortosa son obra de J. Lluis i Ginovart, A. Costa-Jover y G. Fortuny i Anguera.
La imagen del primer tuit procede de: https://www.etsa.urv.cat/es/investigacion/fitxes-patrimoni-historic/ y asumo que sus autores son los mismos de las demás imágenes.
Fuentes de información y de las demás imágenes:
Lluís i Ginovart, J., Jover, A. C., & Pla, S. C. (2015). Placing the keystone of the vault over the presbytery in Tortosa Cathedral, Spain (1428-40). Construction History, 30(1), 1–21
http://nportal0.urv.cat:18080/fourrepopublic/search/item/PC%3A2008
Zaragozá, A., & Vegas, F. (2019). Wider, Lighter, Faster Building Vaults in the Medieval Mediterranean. The Art of Vaulting, 11–28. doi:10.1515/9783035618358-002
Publicado originalmente: