Los oscuros orígenes familiares de Hitler

    En 1946, un condenado a muerte llamó al psicólogo de la prisión de Núremberg: deseaba quitarse un peso de encima antes de morir y hacerle una confesión sensacional. Lo que le reveló dejó al psicólogo sin palabras: el abuelo de Hitler era judío. Y aquel testimonio venía de alguien que conocía muy bien al Führer, pues había sido su abogado personal más de 10 años, durante el ascenso al poder y primeros años en el gobierno del dictador.

    Aquel condenado se llamaba Hans Frank. Según su testimonio, cuando ya era un personaje muy conocido en Alemania hacia 1930, Hitler había recibido una carta de su sobrino, William Patrick Hitler, chantajeándolo con revelar “el oscuro secreto familiar” si no recibía dinero a cambio de su silencio. Preocupado, Hitler encargó una investigación sobre aquel delicado asunto a alguien de su total confianza, Hans Frank, su abogado personal y tristemente famoso por sus abyectos crímenes como gobernador de Polonia más de 10 años después, por los que sería ahorcado en en el gimnasio de la prisión de Núremberg en 1946.

    Según la declaración que hizo en la cárcel cuando ya estaba condenado a muerte, Frank se puso manos a la obra y no tardó en constatar de que la abuela paterna de Hitler se había quedado embarazada mientras trabajaba como cocinera en la ciudad de Graz, en la casa de una familia judía, los Frankenberger.

    Fruto de aquel embarazo nació el padre de Hitler, Alois, y el patriarca de los Frankenberger abonó una pensión a Schickelgruber en nombre de su hijo, de 19 años, como reconocimiento implícito de la paternidad, hasta que el padre de Hitler cumplió los 14 años, con una amplia correspondencia entre los Frankenberger y la abuela de Hitler que venía a probar los orígenes judíos de Hitler.

    Que el abuelo paterno de Hitler hubiera podido ser judío sería una noticia sensacional, teniendo en cuenta las circunstancias históricas. El problema es que Hans Frank se inventó esta historia, ya que no hay indicios que las sostengan.

    En Graz no había ninguna familia judía con el apellido Frankenberger durante la década de 1830. De hecho, en Estiria no había judíos porque en la época no podían residir legalmente en esa parte de Austria. Por tanto, es aburdo pensar que en la ciudad habría podido residir una familia judía contraviniendo la ley,

    Existió una familia con el nombre de Frankenreiter (quizá Hans Frank se equivocó de nombre), pero no era judía. De hecho, el hijo del cabeza de familia, Leopold Frankenreiter, tenía 10 años cuando nació el padre de Hitler en 1837. Además, la situación económica de la familia era precaria, no hubieran podido permitirse tener servicio doméstico ni mucho menos abonar pensión alguna a la abuela de Hitler.

    Que el sobrino de Hitler chantajease a su tío también resulta inverosímil, teniendo en cuenta que pasó la mayor parte de su tiempo en Alemania una vez que su tío llegó al poder en 1933, sin sufrir represalia alguna, y abandonó el país sin problemas en 1938, cuando no obtuvo las prebendas que esperaba de su todopoderoso pariente.

    Tampoco se menciona nada sobre la historia de Graz en una serie de investigaciones sobre la familia Hitler que la Gestapo llevó a cabo en las décadas de 1930 y 1940.

    Cabe preguntarse entonces por qué Hans Frank se inventó esta historia, de la que es la única fuente. Quizá lo hizo porque estaba pasando una crisis psicológica sabiendo como sabía que iba a ser condenado a muerte. O quizá era uno de esos hombres que solo quieren ver el mundo arder.

    El rumor de que el abuelo de Hitler era judío se propagó en la década de 1950 tras la publicación de las memorias de Hans Frank, pero no hay pruebas de que el abuelo de Hitler fuese un judío de Graz. Puede que el abuelo de Hitler no fuese judío, pero no por ello la historia de su nacimiento es menos sensacional. Lo tiene todo: un padre follaprimas/follasobrinas, incesto, adulterio, celos, ambición, traiciones… Agárrate que vienen curvas.

    La abuela casquivana de Hitler

    El 7 de junio de 1837, Maria Anna Schicklgruber (abuela paterna de Hitler), soltera, de 42 años, dio a luz al padre de Hitler, Alois, en una granja de Strones, una localidad al noroeste de Viena. Los padres de Maria Anna eran Johann y Theresia Schicklgruber, ninguno de los dos era judío. Como no había padre conocido, el niño recibió el apellido de su madre y pasó a llamarse Alois Schicklgruber.

    Cinco años más tarde, a los 47 años, Maria Anna se casó con un granjero, Johann Georg Hiedler. El futuro padre de Hitler siguió llevando el apellido Schicklgruber pero se fue a vivir con el hermano del nuevo marido de su madre, Johann Nepomuk Hüttler (en la época cada uno escribía su apellido como le daba la gana) a la localidad Spital. Maria Anna Schicklgruber, la madre de Alois, murió en 1847, y su padrastro, Johann Georg Hiedler, regresó a Spital, donde murió diez años después.

    El padre pichabrava de Hitler

    Alois creció y se convirtió en funcionario de aduanas de Imperio Astro-húngaro. En 1873, a los 36 años, Alois Schicklgruber se casó por primera vez con una mujer de 50 años, 14 más que él. Anna Glasl-Hörer era una mujer adinerada de 50 años, hija de un funcionario de aduanas del que Alois era subordinado. Estaba enferma cuando se casaron y poco después quedó inválida. Con el matrimonio, Alois esperaba heredar pronto y obtener favores de su suegro que le permitieran progresar en su carrera.

    Poco después de casarse con su primera esposa, Alois empezó a beneficiarse a varias sirvientas de la posada Pommer de Braunau am Inn, donde el matrimonio Schicklgruber alquilaba el piso superior como alojamiento. El romance con una de las criadas, Franziska “Fanni” Matzelsberger, fue especialmente largo e intenso. Alois tuvo otras aventuras durante la década de 1870, lo que provocó que su esposa iniciara acciones legales contra él; de hecho, el 7 de noviembre de 1880, Alois y Anna se separaron de mutuo acuerdo, pero siguieron casados. Matzelsberger, de 19 años, se convirtió en la amante de Hitler, de 43 años.

    En 1876 (cuatro años antes de separarse oficialmente de su esposa Anna) Alois había contratado a Klara Pölzl como empleada doméstica. Era la nieta de 16 años de su tío político Nepomuk (que también podría haber sido su padre o tío biológico, como veremos más tarde). También empezó a follársela en algún momento, hasta el punto que su amante Matzelsberger exigió que la “sirvienta” Klara encontrara otro trabajo, y Alois no tuvo más remedio que despedirla.

    El 13 de enero de 1882, Fanni Matzelsberger dio a luz al hijo ilegítimo de Alois, pero como no estaban casados, el niño recibió el nombre de su padre y el apellido de su madre, por lo que pasó a ser Alois Matzelsberger. Alois padre mantuvo como amante a Fanni Matzelsberger mientras esperaba a que su legítima esposa (Anna, de la que se había separado) estirara la pata, cosa que hizo el 6 de abril de 1883. Al mes siguiente, el 22 de mayo, en una ceremonia celebrada en Braunau con otros funcionarios de aduanas como testigos, Alois, de 45 años, contrajo matrimonio con Matzelsberger, de 21 años. Legitimó entonces a su hijo que empezó a llevar al apellido de su padre.

    Poco después, Fanni contrajo una enfermedad pulmonar que le impidió ocuparse de la casa y de sus hijos. Fue trasladada a Ranshofen, un pequeño pueblo cerca de Braunau. Durante los últimos meses de vida de Fanni, Klara Pölzl regresó a casa de Alois para cuidar de la inválida y de los dos niños (Alois hijo y Angela). Alois no desaprovechó esta oportunidad para seguir pencándose a Klara mientras su esposa estaba enferma y no podía cumplir sus obligaciones maritales.

    Fanni, la segunda esposa de Alois, murió en Ranshofen el 10 de agosto de 1884 a la edad de 23 años. Tras la muerte de Fanni, Klara Pölzl permaneció en su casa como ama de llaves. Casi coincidiendo con la muerte de Fanni, Klara se dio cuenta de que estaba embarazada. Pese a que Alois estaba viudo y podía volver a desposarse para evitar el escándalo, había un problema.

    El pichabrava se cambia de apellido

    En junio de 1876 (9 años antes de la muerte de su segunda esposa), Alois Schicklgruber se personó en la iglesia de la localidad de Döllersheim con tres testigos. Juró al párroco que el marido de su difunta madre, Johann Georg Hiedler, era su padre, que después de su boda había reconocido su paternidad y expresado el deseo de legitimar a su hijo. Los 3 testigos confirmaron sus afirmaciones y los 4 firmaron una declaración jurada ante el sacerdote. En defensa de su caso, Alois presentó un protocolo de legitimación firmado ante un notario, en el que, no sabemos por qué, el apellido Hiedler había sido cambiado por el de Hitler.

    El cura accedió a la petición del interesado cambió el apellido Schicklgruber por Hitler en la partida de nacimiento, aunque Johann Georg había muerto hacía casi 20 años y no podía reconocer la paternidad. Las autoridades eclesiásticas y gubernamentales confirmaron la legitimación per matrimonium subsequens. Así, Alois dejó de ser oficialmente un bastardo, al menos a efectos oficiales (como hemos visto, era un hijo de puta de mucho cuidado).

    Pero claro, al convertirse oficialmente en parte de la familia Hiedler/Hitler/Hüttler, se había convertido en familiar cercano de la mujer a la que había dejado embarazada, por lo que para poder casarse se vio obligado a solicitar una dispensa pontificia que le fue concedida. La boda tuvo lugar el 7 de enero de 1885 y Adolf Hitler nacería 4 años después.

    El apellido Hitler y el abuelo paterno del Führer

    A estas alturas, cabe preguntarse por qué Alois cambió el apellido de su padre (o padrastro) Hüttler/Hiedler por el de Hitler. Hay dos opciones:

    a) Podría ser una simple errata o la forma con la que el notario transcribió el apellido que le había indicado Alois, en una época en la que, como hemos visto, cada uno escribía sus apellidos como le parecía.

    b) Quizá Alois quería distanciarse de la familia Hiedler por algún escándalo en una familia con una historia, como veremos, “movidita” (en otras palabras: incestuosa y plagada de enfermedades mentales).

    ¿Pero y entonces quién fue el abuelo paterno de Hitler? No lo sabemos ni lo sabremos nunca, pues Maria Anna Schicklgruber se llevó el secreto a la tumba en 1847. Quizá el padre dbiológico de Alois fuera en verdad su padrastro, Johann Georg Hiedler, y el matrimonio no se llevó a cabo hasta 5 años después por motivos que desconocemos.

    O quizá su padre biológico fue en realidad su tío, Johann Nepomuk Hiedler, que crió a Alois hasta la adolescencia y más tarde le legó en su testamento una parte considerable de sus ahorros de toda la vida, aunque nunca admitió públicamente ser su padre.

    Quizá Nepomuk tuvo relaciones con la abuela de Hitler pero, como estaba casado, convenció a su hermano soltero, Johann Georg Hiedler, para que se casara con la madre de Alois, con el fin encubrir el deseo de Nepomuk de asistir y cuidar a Alois sin disgustar a su propia esposa.

    En cualquier caso, ante este escenario, el nacimiento de Adolf Hitler habría sido incestuoso fuera quien fuera su abuelo: si Nepomuk fue el padre biológico de Alois Hitler, entonces Klara era mediosobrina de Alois; alternativamente, si Johann Georg fue el padre biológico de Alois, entonces Klara sería prima segunda de Alois.

    Esta es la verdadera razón por la que Adolf Hitler siempre intentó evitar hablar de su familia: porque no fue lo que se dice ejemplar. Aparte de problemas mentales y suicidios, su abuela paterna había traído al mundo a un bastardo y su abuelo paterno seguramente cometió adulterio con su abuela.

    Asimismo, Adolf Hitler siempre se avergonzó de las circunstancias incestuosas de su propio nacimiento y del comportamiento inmoral de su padre: su madre Klara fue sirvienta, niñera y amante de Alois Hitler (del que ella era, después del cambio administrativo de apellido, oficialmente prima en segundo grado).

    En función de su posible padre, Alois podría haber sido hermanastro de su suegra y, por lo tanto, tío de su mujer (de hecho, sabemos que Klara lo llamaba “tío” y él a ella “sobrina”, incluso después de casados).

    Joachim Fest, uno de los biógrafos de Hitler, cree que cualquier intento de precisar si Johann Georg Hiedler o Johann Nepomuk Hüttler era el padre de Alois “se agotará en la oscuridad de unas relaciones confusas marcadas por la mezquindad, la torpeza y el fanatismo rústico”.

    ¿Y no habría forma de hacer análisis de ADN y resolver este tema de una vez por todas? Muy complicado: los rusos recuperaron lo que quedó de Hitler tras su suicidio y cremación el 30 de abril de 1945. Sin embargo, la tecnología de ADN no estaba disponible en la época y los restos recuperados estuvieron expuestos a temperaturas tan altas que incluso hoy resultaría casi imposible extraer ADN para cualquier análisis en ese estado.

    Además, según informes desclasificados por los rusos en 1990, los restos de Hitler y Eva Braun fueron enterrados varias veces en diversos lugares de Berlín-Buch, Brandenburgo y Sajonia-Anhalt, y en 1970 fueron completamente incinerados y esparcidos en el Ehle, un afluente del Elba, cerca de Biederitz.

    Circulan rumores de que en algún archivo de Moscú hay una caja con el cráneo y la mandíbula de Hitler, pero aunque los rusos los facilitaran sin poner objecciones, tampoco es posible acceder a los restos de los parientes de Hitler hoy en día. Tras el Anschluss de 1938, que anexionó Austria a la Alemania nazi, Hitler ordenó la evacuación de Döllersheim, Strones y otros pueblos para ampliar un recinto de entrenamiento militar, a pesar de que (o quizás porque) contenía la tumba de su abuela paterna, Maria Anna, y las de sus dos posible abuelos. Parece mucha casualidad, si bien la zona tenía poca población, suelos pobres para la agricultura, falta de industria y, no menos importante para su uso como centro de adiestramiento militar, severas condiciones climáticas invernales.

    En la actualidad, los restos de los ancestros de Hitler han desaparecido, por la acción del tiempo o de familiares lejanos o autoridades que no desean atraer atención no deseada (neonazis), ni convertir sus pueblos en lugares de peregrinación.

    La lápida de la tumba de Alois y Klara Hitler se retiró en 2012 y no está claro si sus restos siguen allí. Tampoco existen ya las tumbas de Maria Anna Schicklgruber o los hermanos Hiedler/Hüttler.

    Si has llegado hasta aquí y te ha gustado la absurda historia de los abuelos de Hitler y del pichabrava de su padre, difunde este artículo como puedas, que para escribirlo hay que leer y analizar 4 libros del tamaño de una caja de galletas campurrianas (las biografías sobre Hitler de Ian Kershaw, Joachim Fest, Marlis Steiner y Frank McDonough).

    ¿Te ha gustado?

    Tengo un newsletter y, si me das tu correo, te envío cada semana una obra maestra que nunca habías visto sin spam ni publicidad.


    O sígueme en redes:

    ¿Ganas de más batallitas?

    La lección de geografía

    El Muro de Berlín estaba diseñado a prueba de blindados

    La batalla de Bicocca

    Narcos Suiza: los traficantes de sacarina

    La maldición de la hiperinflación

    El vodka: la ruina de Rusia

    Batallita anterior
    Batallita siguiente

    Deja un comentario