Los indestructibles castillos de Hitler

    Cuando la Luftwaffe se vio superada por los bombarderos británicos, los nazis construyeron estos monstruos para proteger las ciudades alemanas. Hoy nadie sabe muy bien qué hacer con ellos.

    Vamos a ver por qué


    El 25 de agosto de 1940, Berlín fue bombardeada por 1.ª vez. Casi no hubo daños, pero su efecto psicológico fue brutal: los bombarderos británicos habían recorrido 950 km, franqueado sin problemas todos los sistemas defensivos, tanto los cazas como la artillería antiaérea.

    Malas noticias para el pomposo ministro del aire, Göring, que pocas semanas antes había afirmado con arrogancia que si una sola bomba británica caía sobre territorio alemán: “cambiaré mi apellido por el de Meyer”.

    (Nota: Meyer/Meier era un apellido judío muy común)

    A partir de entonces, los ciudadanos le abucheaban gritándole “Herr Meyer” cada vez que hacía una aparición pública, así que dejó de hacer apariciones públicas.

    Estaba claro que era imposible defender las ciudades alemanas de los bombardeos estratégicos aliados confiando únicamente en la fuerza aérea, así que Hitler decretó la construcción de las Flaktürme, torres de artillería antiaérea.

    El propio Hitler, que metía las narices en todo, desde la estrategia militar hasta el diseño de los edificios oficiales, esbozó unos diseños de las torres, que como veremos a continuación se siguieron al pie de la letra.

    Inspiradas en la forma de los castillos medievales (o en sus torres de homenaje), eran inmensos cubos de hormigón y acero, con paredes de hasta 3,5 metros de grosor y techos de hasta 5 metros.

    Eran invulnerables a cualquier proyectil que los bombarderos podían transportar en la época. Se calcula que podrían resistir sin problemas un ataque nuclear como el de Hiroshima.

    En el tejado había instalados cañones antiaéreos de diferente calibre que desataban una tormenta de fuego muy eficaz contra cualquier avión enemigo que osase ponerse a tiro.

    Para evitar que el fuego de los cañones pudiera interferir con el radar, las torres se construían de 2 en 2: una torre de combate con la artillería antiaérea (abajo en la imagen) y a unos 200 m una torre de observación y radar, que dirigía el fuego de la primera (arriba).

    Sus diseñadores eran conscientes de, que tras la guerra, estas moles tendrían que quedarse donde estaban, así que las diseñaron para que sus fachadas pudieran ser cubiertas con mampostería y simular ser una fortificación antigua, integrándose en el entorno urbano.

    Con el tiempo, según escaseaban los materiales de construcción, se introdujeron nuevos diseños, hasta llegar a 3 en total.

    📷 En la imagen: el modelo 1, el modelo 2 y el modelo 3.

    En total se construyeron 8 torres, 3 en Berlín, 3 en Viena y 2 en Hamburgo. Se disponían formando un triángulo en cuyo interior quedaban protegidos de los bombardeos los edificios más importantes de la ciudad.

    En Berlín, se construyeron torres en el Zoo y los parques de Friedrichshain y Hummboldthain para proteger el distrito gubernamental de la ciudad.

    📷 Así quedaba el triángulo que protegían las torres en Berlín.

    Como el interior de estas torres era el lugar más seguro de toda Alemania para protegerse de los bombardeos aéreos, se usó con diversas finalidades: como hospital, depósito de obras de arte y refugio antiaéreo para la población civil, entre otras.

    En los peores días de la guerra, llegaron a apiñarse en el interior de una de estas torres 30.000 personas.

    📷 Esta imagen atestigua su resistencia, pues vemos una torre intacta frente al resto de la ciudad en ruinas, víctima de las bombas.

    En el interior de la torre de Friedrichshain ardieron todas las obras maestras del Kaiser-Friedrich-Museum allí almacenadas. Hoy en día, el museo (rebautizado como Bodemuseum) expone una anodina (para el visitante medio) colección numismática.

    La resistencia de las torres era tal que cuando los soviéticos llegaron a Berlín en 1945, ninguno de sus cañones consiguió abrir brecha en sus paredes. Sus guarniciones solo se rindieron cuando capituló toda la ciudad y se agotaron sus provisiones.

    Pero, ¿y qué pasó con estos inmensos colosos de hormigón y acero tras la rendición alemana en 1945? Esta es la parte más interesante de la historia.

    Tras el final de guerra y la división de Alemania, los aliados no sabían muy bien qué hacer con las torres. Eran infraestructuras clave en materia de defensa, así que no debían volver a caer en manos alemanas.

    Pero había un problema: eran prácticamente indestructibles. Su demolición requería tal cantidad de explosivos, que no solo resultaba caro y técnicamente complicado, sino que la explosión resultante se llevaba por delante todo lo que encontraba a su paso.

    ¿Y desmantelarlas manualmente, con martillos mecánicos, a la vieja usanza? Se estima que, dada la cantidad de hormigón y acero que contienen, harían falta unos 100 años de trabajo para hacerlo, así que no era (es) una opción.

    Como prueba de ello, a los británicos se les metió en la cabeza que tenían que demoler como fuera la torre que había en su sector en Berlín (la del Zoo). Detonaron 22.680 kilos de explosivo en su interior y, cuando se disipó la humareda de la explosión, la torre seguía en pie.

    – “Made in Germany”, dijo con sorna uno de los periodistas invitados por las autoridades británicas para dar testimonio de la eficacia de los reales ingenieros de su majestad.

    Un segundo intento también fracasó y solo un tercero, con la friolera de 35.350 kilos de explosivos, consiguió derribar la torre, si bien solo consiguieron partir el edificio en varios trozos.

    La explosión fue tan brutal que se llevó por delante todo lo que encontró en varios cientos de metros a la redonda, principalmente las escasas infraestructuras del zoológico de Berlín que habían sobrevivido a la guerra.

    Hoy en día, en el lugar donde se levantaba la torre retozan los hipopótamos del Zoo de Berlín, el mayor del mundo por número de especies.

    Los soviéticos tuvieron una experiencia similar con la torre de su sector en Friedrichshain. Tras malgastar miles de kilos de explosivos, lograron partirla en tres trozos que a continuación cubrieron de tierra, creando una colina artificial.

    Hoy en día, la parte superior de una de las torres aún sobresale de la colina artificial creada a tal efecto en el Volkspark Friedrichshain. como podemos ver en esta imagen de satélite de Google Maps (el círculo de hormigón).

    La torre del Humboldthain también fue dinamitada y enterrada, aunque una de sus fachadas sigue a la vista y puede visitarse.

    📷 Antes/después

    ¿Pero entonces qué pasa con las torres que aún siguen en pie y qué problema que suponen para las ciudades en las que están?

    👇👇 El hilo aún no ha terminado, pulsa en “Mostrar respuestas” si te pica la curiosidad.

    En Hamburgo y Viena, algunas de las torres siguen en pie.

    La cuestión es qué hacer con unos edificios que no pueden demolerse y ofrecen miles de metros cuadrados de superficie en zonas de gran atractivo inmobiliario, pero que difícilmente pueden alojar viviendas u oficinas por la falta de ventanas y otros elementos básicos.

    En el caso de Hamburgo, la escasez de vivienda salvó 2 de las torres (la de St. Pauli y Wilhelmsburg) de la demolición, pues eran capaces de hospedar a miles de personas sin hogar. Más tarde, se uso como búnker durante la guerra fría.

    En la actualidad, la torre de St. Pauli alberga una discoteca (Uebel & Gefährlich, Malo y peligroso) y se está reformando para albergar un hotel de lujo, con 4 pisos adicionales que tendrán una especie de jardines colgantes modernos.

    La torre de Wilhelmburg tiene un bar en la azotea.

    Viena es actualmente la meca de las torres de artillería antiaérea. Y por varias razones: la primera, porque conserva 3 intactas, más que ninguna otra ciudad.

    📷 Las 3 también creaban un triángulo protector sobre la ciudad, como en Berlín.

    La segunda, porque en Viena aún podemos ver una torre de combate (la cuadrada) junto a una de observación y dirección del tiro (la rectangular, a la derecha), tal y como se construyeron originalmente.

    Y la tercera, por los usos alternativos a que han sido destinadas en los últimos años.

    📷 Como rocódromo.

    O como zoo-acuario gigante, la “Casa del Mar”.

    También se usan para almacenar los fondos de varios museos y como centro de datos para empresas privadas. Incluso hay un proyecto para convertir una de ellas en una enorme biblioteca.

    Una de ellas permanece vacía y en mal estado, conforme a las fotos que publican regularmente exploradores urbanos que se cuelan en ella.

    En Viena, estos colosos han quedado rodeados de edificios de apartamentos y oficinas, y han pasado a convertirse en atípicos integrantes de su paisaje urbano. Son estructuras únicas en el mundo, de infausto recuerdo pero de brillante futuro, como hemos visto.

    Ya que has llegado hasta aquí, te recomiendo que le eches un ojo a un hilo de @Yosoycorra sobre otro de los búnkeres de Berlín, te va a encantar.

    Muchas gracias por leer hasta aquí. Si te ha gustado y has aprendido algo nuevo, retuitea el primer tuit del hilo para darle más difusión. Y sígueme si quieres para más batallitas sobre los temas más diversos. Feliz día y…

    …también puedes echar un vistazo a los hilos que llevo publicados hasta el momento para ver si alguno te llama la atención.

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    – Rottnest Island
    – Cómo el rey de de Suecia acabó con un agujero del tamaño de una mandarina en la cabeza
    – La Catedral de Salisbury
    – La batalla de Lechfeld

    Para saber más/bibliografía

    http://amodelcastillo.blogspot.com/search/label/Flakt%C3%BCrme

    http://www.rusadas.com/2013/04/viaje-por-alemania-los-castillos.html

    Publicado originalmente en:

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