Fritz Kahn y los orígenes de la divulgación científica

    El cerebro, una sofisticada sala de control; el corazón, una bomba de pistones; el estómago, una eficiente refinería: este espectacular diagrama revolucionó el arte de la infografía y la divulgación científica hace 100 años

    Vamos a conocer a su autor (y su obra)

    Este tipo con pinta de científico loco es Fritz Kahn (1888-1968), médico y escritor que alcanzó el estrellato hace 100 años. ¿Cómo? Su logro más notable fue la creación de creativas visualizaciones para explicar ideas científicas complejas.

    El estilo de sus textos huía de los farragosos manuales tradicionales para estudiantes de medicina y anatomía, sin que por ello fueran un mero entretenimiento superficial para el gran público.

    Pero lo que más destaca en su obra son sus analogías y metáforas visuales, excepcionalmente expresivas y de diseño contemporáneo, inspirados en movimientos artísticos como el futurismo, el surrealismo y el dadaísmo.

    Las imágenes se inspiraban en los cambios culturales y tecnológicos que en aquel entonces remodelaban la sociedad alemana durante la República de Weimar.

    Para despertar la curiosidad de sus lectores por temas científicos y antropológicos, Kahn trató de estar igualmente a la vanguardia de su tiempo en cuanto a contenido y diseño.

    La mayoría de las ilustraciones, de diseño más convencional, fueron creadas según sus especificaciones en el departamento gráfico de su editorial.

    Para los cuadros más complejos, Kahn trabajó con pintores, arquitectos y artistas gráficos independientes que aplicaron sus ideas de forma estilísticamente muy diversa, si bien predomina el modernismo.

    Sus obras tocaron la fibra sensible de una sociedad conocedora de la tecnología en una época de auge económico y tecnológico tras la Primera Guerra Mundial.

    La reducción de los costes de impresión también permitió una producción en masa más barata, al alcance del público no especializado.

    En una época anterior a la fotografía digital, al Photoshop y a los programas gráficos, esta forma de presentar las cosas resultaba bastante impactante, y una excepción entre los tratados científicos, que por lo demás son bastante áridos.

    También fue visionario: imaginó al médico del futuro como un técnico que revisa y repara específicamente los componentes defectuosos del cuerpo, una imagen nada irreal de nuestra tecnología médica actual.

    El ejemplo más famoso es el cartel “El hombre como palacio industrial” (1926). Como en la mayoría de sus ilustraciones, establece una analogía funcional directa entre la fisiología humana y el funcionamiento de las tecnologías modernas, especialmente las máquinas industriales.

    Este tipo de ilustración conceptual se convirtió en la seña de identidad de Kahn y hoy se considera todo un logro pionero en el campo de la infografía, el diseño gráfico y la divulgación.

    Fritz Kahn describía al cuerpo humano como la mejor y más eficiente máquina del mundo, pero con una sorprendente contradicción:

    Es precisamente esta contradicción la que intentó explicar una y otra vez con sus ilustraciones.

    El cartel, un esquema recortado de una forma humana, revela un complejo aparato industrial alojado en numerosos compartimentos que eran análogos a los órganos corporales y a las funciones celulares.

    En estos compartimentos, docenas de homúnculos (algunos con trajes de negocios) controlan el cuerpo como si se tratara de un día normal en un parque industrial (en la ilustración, el hígado).

    La infografía codifica visualmente la noción metafórica del hombre como máquina, presentando la idea al mundo de una forma humorística y esquemática (aquí, el riñón).

    La visualización modernista de Kahn del sistema digestivo y respiratorio como “palacio industrial”, en realidad una planta química, fue concebida en una época en la que la industria química alemana era la más avanzada del mundo.

    El diseñador gráfico Henning Lederer animó el cartel hace unos años y creó este maravilloso vídeo cuya resolución y duración he tenido que mutilar para que Twitter me lo acepte. Activa el audio para una experiencia completa. El original está en Vimeo:

    Hay cientos de otros ejemplos. Por ejemplo, su diagrama “El coche y el oído son congruentes”, en el que comparaba el volante del coche con el tímpano y la rueda trasera con la cóclea.

    O esta ilustración. “En 70 años, el hombre come 1400 veces su peso”, afirma el gráfico, por ejemplo, con un interminable tren cargado de comida, que se estrellaba contra una desmesurada boca humano muy hambrienta.

    Otra foto-ilustración muestra a una mujer atrapada por un pelo demasiado largo. Debajo, la sencilla explicación: “El cuerpo humano produce 30 metros de sustancia capilar cada día”.

    O esta, que presenta al ser humano como un animal “visual” frente al perro, un animal “olfativo”, comparando el tamaño de sus glándulas olfativas en relación a su cerebro.

    O esta otra, comparando partes de la anatomía humana con estructuras arquitectónicas clásicas y modernas.

    En esta, explica que tanto el hombre como la máquina obtienen su energía de la combustión del carbono, que obtienen de las plantas. El hombre usa plantas frescas como combustible, mientras que la locomotora, una máquina más fuerte, usa plantas fosilizadas en forma de carbón.

    En otra ilustración se compara la ropa que llevamos con las capas de metal que componen un termo.

    En esta, nos muestra cuántos días tardan en morir de inanición diferentes animales.

    Estas nos dan una idea del tamaño de las células de la sangre humana (capaces de cubrir la plaza de la Catedral de Milán y dar varias veces la vuelta al mundo puestas en fila) o de las células respiratorias (75 metros cuadrados).

    Esta ilustración muestra el efecto que tiene el aroma de un asado en un ser humano (no vegetariano o vegano), y la reacción a través del cerebro que lo hace salivar tras percibirlo.

    La inspiración para estas infografías hemos de buscarlas en la guerra moderna. Muchos escritores y artistas visuales de los años 20 habían experimentado las terribles batallas mecanizadas de la 1.ª Guerra Mundial (y el uso generalizado de prótesis a partir de entonces).

    En parte, fue el análogo hombre-máquina inducido por la guerra lo que hizo posible las ilustraciones de Kahn, al fin y al cabo él sirvió como médico del ejército en Francia e Italia entre 1914 y 1918.

    Ojo, la analogía entre la anatomía funcional y la tecnología no era nueva. El dadaísmo (sobre todo los collages de Raoul Hausmann) el constructivismo, el surrealismo y la nueva objetividad se ocuparon de la modernidad y usaron las combinaciones entre hombre y máquina.

    Algunas ilustraciones de Kahn también presentas problemas de exactitud y en otras las metáforas visuales son más que forzadas. Ante las críticas de un colega suizo, su autor zanjó el problema objetando: “Pues claro que está mal, pero así el público lo entiende”.

    Y es que a Kahn le interesaba sobre todo sorprender, estimular la imaginación, despertar una fascinación infantil, y a veces había que sacrificar la precisión científica en favor de la representación gráfica.

    El avance de la ciencia ha dejado algunas infografías obsoletas y en el caso de las predicciones futuristas no podemos más que sonreír ante algunas como esta, de un médico que atiende a su paciente, que se siente indispuesto mientras navega en un crucero por los mares del sur.

    Las principales obras que Kahn publicó son La vida del hombre (5 volúmenes), La célula, Nuestra vida sexual, El átomo, finalmente explicado, El hombre en la salud y la enfermedad, El libro de la naturaleza y El diseño del universo.

    Los libros de Kahn se convirtieron rápidamente en superventas, especialmente sus tratados sobre sexualidad, en los que no omitió la “descripción técnico-esquemática del sistema eréctil masculino”.

    Kahn se vio obligado a huir de Alemania cuando estaba en el cénit de su carrera divulgativa, por la llegada al poder de los nazis, que prohibieron y quemaron públicamente sus libros.

    Pero sus ilustraciones eran tan buenas que las editoriales temían perder sus suculentos beneficios, así que los nazis encontraron un médico de su agrado, Gerhard Venzmer. Se convirtió en el autor médico más importante y publicó su propio libro, un plagio del de Kahn.

    Al fin y al cabo, la idea de Kahn del ser humano como máquina de alto rendimiento no resultaba del todo incompatible con el concepto nazi de la superioridad aria. Hombres-máquina de alto rendimiento. Para ganar guerras. Y subyugar pueblos.

    Kahn se marchó Primero a Palestina y luego a Francia. Tuvo que huir a España y Portugal en 1940 cuando Alemania ocupó el país. En Lisboa esperó durante meses la tramitación de un visado para emigrar a EE. UU.

    Le fue concedido cuando el embajador estadounidense recibió una carta de un compatriota suyo, implorándole que concediera un visado al “conocidísimo y talentoso” divulgador, por el “interés público” de Estados Unidos. Su nombre: Albert Einstein.

    En EE. UU. siguió escribiendo libros, que en Europa publicaba una editorial suiza. Regresó a Europa en 1956, residiendo en Suiza y Dinamarca, sin dejar de lado su labor divulgativa. Murió en Locarno en 1968.

    Su influencia en el mundo del diseño gráfico y las artes en general es notable. Walter Gropius utilizó varias de las imágenes de Kahn para sus conferencias en “Design Topics”.

    Herbert Bayer, alumno de la Bauhaus (más tarde profesor de la Bauhaus y director de la sección de imprenta), utilizó el estilo de visualización de Kahn en la exposición Wunder des Lebens (Maravillas de la vida) en Berlín en 1935.

    Sin Fritz Kahn nunca habríamos visto obras como Fantastic Voyage, una película de culto de ciencia ficción estrenada en 1966 en la que una tripulación de biólogos miniaturizados entran en el cuerpo humano dentro de un micosubmarino.

    O “Érase una vez la vida”, una serie educativa francesa que vieron millones de niños en la década de 1980 y 1990.

    Kahn ha estado totalmente olvidado durante décadas, pero hoy miles de enlaces en Internet, diversas citas de diseños y crecientes menciones en la literatura de investigación, entre otras cosas, muestran un interés recién despertado por sus visualizaciones.

    En la actualidad, muchos de sus libros en español pueden encontrarse por poco dinero en mercados virtuales de 2.ª mano como todocolección o mercadolibre.


    Bibliografía

    Fritz Kahn: Man Machine – Maschine Mensch. Uta von Debschitz, Thilo von Debschitz, Il Book Distribution, 2009.

    Publicado originalmente en:

    ¿Te ha gustado?

    Tengo un newsletter y, si me das tu correo, te envío cada semana una obra maestra que nunca habías visto sin spam ni publicidad.


    O sígueme en redes:

    ¿Ganas de más batallitas?

    El atlas anatómico maldito

    Hitler y la pintura Biedermeier

    La botella de salsa de soja: un icono del siglo XX

    El arte perdido del Alcázar de Toledo

    La biblioteca del futuro

    Cómo construir una catedral: las bóvedas

    Batallita anterior
    Batallita siguiente

    Deja un comentario