El primer bombardeo de la capital alemana fue una audaz operación que puso de manifiesto las graves deficiencias de la máquina de guerra nazi…
Londres fue atacada con zeppelines y París con un enorme cañón capaz de disparar a 100 km de distancia (bueno, y también con zeppelines).
Los británicos desarrollaron el bombardero Handley Page V/1500 a tal efecto, pero Alemania se rindió en 1918 antes de su entrada en servicio.
Hizo lo que pudo con el material disponible.
Lento como el caballo del malo y con la maniobrablidad propia de un carrito de la compra, Daillière decidió aprovechar su única ventaja: la gran autonomía de vuelo que tenía.
Su nombre: Jules Verne.
Mientras se adentraba en territorio alemán rumbo sur, la tripulación se preparó para afrontar el mayor desafío: localizar Berlín en la oscuridad.
La tripulación no cabía en su asombro cuando, a medida que se aproximaban a su objetivo, divisaron un enorme resplandor en el horizonte: Berlín.
Consideraban imposible que un avión enemigo pudiera llegar a la capital, mucho menos desde el norte y no desde el oeste.
Para no despertar sospechas, el piloto ejecutó una maniobra de aproximación al aeropuerto de Tempelhof pero, una vez alcanzado el aeródromo, el Jules Verne realizó un giro de 180 grados para poner rumbo al objetivo de la misión: la Siemensstadt de Berlín.
La tripulación lanzó las pequeñas bombas incendiarias de forma manual desde las ventanas del aparato.
Las primeras explosiones activaron por fin una descoordinada reacción de la defensa antiaérea, tratando de localizar al avión atacante con reflectores y disparando fuego antiaéreo, momento que recoge esta sensacional ilustración de Roy Grinnell.
Tras recorrer más de 800 km controlados por los alemanes, logró aterrizar en el aeródromo de Orly a las 13:30 del 8 de junio, 6 días antes de que las tropas alemanas entraran en París.
Los daños fueron escasos, pero dejó claro lo que estaba por venir:
En mayo de 1945, Berlín había perdido 1,7 millones de habitantes, el 40 % de su población, que a día de hoy sigue sin recuperar.
¿Y qué fue del avión y del capitán Daillière?
El Jules Verne volvió a adentrarse en territorio alemán días más tarde para bombardear la fábrica de aviones Heinkel en Rostock. También atacó unos depósitos de combustible cerca de Venecia y la base naval de Livorno.
El Jules Verne fue destruido por la resistencia francesa ese mismo año en el aeródromo de Marignane para evitar que cayese en manos alemanas.
✅ Nunca subestimes a tus enemigos, por inferiores y débiles que sean
✅ Cuando menos te lo esperas, los franceses te la clavan
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