La maldición de la hiperinflación

En un país hace 100 años que las mujeres se hacían vestidos con billetes o encendían el horno con ellos. Los niños jugaban con fajos de billetes, las casas se empapelaban con dinero y por una barra de pan se pagaban 200 billones.

Los efectos de la hiperinflación 👇👇

Imagina llevarte unos cientos de millones de marcos a la taquilla del teatro con la esperanza de ver un espectáculo, pero al llegar descubres que no es suficiente, ni mucho menos. Mientras caminabas hacia el teatro, las entradas han subido a mil millones de marcos cada una.

Llegas al extranjero y, por el precio de un bocadillo en tu país, puedes comprar un cuadro de Rembrandt, un violín Stradivarius o un bloque de apartamentos.

Así era la Alemania de la hiperinflación en 1923, justo hace 100 años.

¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí?

La inflación descontrolada se gestó durante la 1.ª Guerra Mundial, cuando el gobierno alemán, en lugar de financiar la guerra con impuestos, se dedicó a imprimir moneda sin respaldo de oro (el marco de papel) y pidió dinero prestado para financiar sus gastos militares.

El plan para poder devolver todo el dinero prestado era ganar la guerra, conquistar vastos territorios ricos en recursos e imponer cuantiosas reparaciones de guerra a los países vencidos.

Pero fue Alemania la que perdió la guerra. Y no solo se quedó sin conquistar territorios ricos en recursos, sino que los perdió en virtud del Tratado de Versalles.

Y, claro, se vio obligada a pagar una cantidad astronómica en reparaciones de guerra, a los países vencedores, que debían abonarse con un equivalente en oro o divisa extranjera, en lugar de con marcos de papel alemanes, sin ningún tipo de respaldo.

Así, el gobierno alemán no podía imprimir un gritón de marcos y liquidar sus deudas de guerra sin más.

Para poder comprar divisas extranjeras a tipos de cambio desfavorables, el gobierno utilizaba marcos de papel respaldados por deuda pública, devaluando su moneda en el proceso.

Básicamente, Alemania empleaba todos sus recursos en pagar la deuda de guerra y se veía obligada a imprimir ingentes cantidades de marcos de papel para cubrir sus otros gastos, acelerando el proceso de devaluación.

El equivalente a un dólar en marcos alemanes en 1923

Mes a mes, el gobierno insuflaba al mercado montantes astronómicos de papel moneda, que cada vez tenía menos valor.

Esta avalancha de dinero condujo a la hiperinflación, ya que cuanto más dinero se imprimía, menos valía y más subían los precios.

El resultado: el caos.

En pocos meses (1923), el tipo de cambio pasó de 2.000 marcos por dólar a 20.000, un millón y más, en medio de una creciente ola de pánico económico y desconfianza.

Una barra de pan, que costaba 250 marcos en enero de 1923, había subido a 200 billones de marcos en noviembre de 1923.

En 1914, 1 dólar se cambiaba por 4,2 marcos alemanes. Nueve años después, por 1 dólar te daban 4,2 billones de marcos.

Los ahorros y las deudas se volatilizaban en cuestión de días, así que nadie ahorraba ni prestaba dinero. Había que gastárselo todo lo antes posible, antes de que fuera papel mojado, y los alemanes empezaron a luchar por sobrevivir en condiciones cada vez más absurdas.

Los trabajadores, que tenían que renegociar sus salarios una o dos veces al día para no trabajar prácticamente gratis-

Y llevaban carretillas, sacos y maletas al trabajo para cobrar los miles de billetes que correspondían a sus salarios.

Algunas empresas pagaban a sus empleados por la mañana para que pudieran salir corriendo a gastarse el sueldo a la hora de comer.

Sus esposas esperaban en las fábricas cuando era día de paga para poder ir deprisa a las tiendas.

El papel moneda se devaluó tanto que los alemanes usaban los billetes para empapelar las paredes de sus viviendas, ya que era más barato que comprar los rollos de papel de pared más económicos del mercado.

Los niños jugaban a las construcciones con fajos de cientos de billetes sin ningún valor y se hacían cometas con ellos.

Muchos alemanes abandonaron por completo el dinero y empezaron a hacer trueques para obtener lo que necesitaban.

📷 Como este zapatero, que en el cartel indica que solo acepta alimentos a cambio de sus servicios.

Otro ejemplo de ello fue el de un trabajador distraído, que descubrió que le habían robado: se habían llevado la maleta con la que había acudido a cobrar su paga. Pero había abandonado su contenido, miles de billetes, sobre la acera.

En los restaurantes y bares, los camareros tenían que subirse a las mesas para anunciar los nuevos precios del menú cada media hora.

Podías pedir un café por 5000 marcos y descubrir que su precio se había duplicado en el tiempo que había tardado en llegar a la mesa.

Debido al constante aumento de los precios, las tiendas dejaron de exhibirlos en sus escaparates.

Y cuando las autoridades les obligaron a hacerlo, los precios subieron aún más porque los comerciantes se limitaron a tener en cuenta las posibles subidas.

Harta de la situación, una familia vendió su casa para emigrar a América. Cuando llegaron al puerto 2 días después, lo que les dieron por la casa no solo no bastaba para pagar el pasaje a Nueva York: tampoco para el billete del tranvía de vuelta a la casa que habían vendido.

Incluso la incineración resultaba demasiado cara para muchos porque el precio estaba vinculado al del carbón. Así que se volvió a enterrar a los muertos de la forma convencional: un ataúd de solo 50 centímetros de altura apodado el “aplasta-narices” fue un superventas.

Con los marcos que llegó a costar un solo huevo en otoño de 1923, se calcula que 9 años antes, poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, podrían haberse comprado todos los inmuebles de Berlín y sobraría dinero.

La impresión de papel moneda se convirtió en una de las pocas actividades rentables.

El gobierno encargaba a más de 130 imprentas que imprimiesen montones de moneda cada vez más inútil, cuya producción costaba más que los propios billetes.

Ante la escasez de dinero y el descrédito del marco, muchas ciudades e incluso empresas empezaron a crear sus propias monedas y a imprimir dinero de emergencia.

Uno de estos billetes indica: “Si el carbón es aún más caro, no dude en utilizarme como combustible”.

¿Pero cómo se para una espiral inflacionista de este calibre para estabilizar la economía?

Bueno, el ministro de finanzas y el director del Banco Central decidieron “matar” el marco de papel y sustituirlo por una nueva divisa estable.

Y así nació el “Rentenmark”, algo así como el marco hipotecario, llamado así porque, como Alemania seguía sin tener reservas de oro para respaldar la nueva divisa, el gobierno impuso una hipoteca legal sobre tierras y bienes industriales existentes en el país como respaldo.

El plan funcionó, en parte porque los alemanes no tenían otra opción que confiara en la nueva moneda (recordemos que las divisas viven de su reputación) tras años de aterradora inestabilidad.

El tipo de cambio se estableció en 4,20 “Rentenmerk” por dólar…

…justo el mismo tipo de cambio que tenía el marco respecto al dólar cuando empezó la 1.ª Guerra Mundial.

La nueva divisa se mantuvo relativamente estable y en 1924 años después fue sustituida por el Reichsmark, aunque siguió en circulación hasta 1948.

Pese a que la crisis había terminado, el trauma infligido al pueblo alemán fue duradero y llega hasta nuestros días.

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La confianza de los alemanes en el capitalismo y la democracia sufrió un duro golpe.

Algunos historiadores lo vinculan al ascenso del nazismo y otros lo rechazan, teniendo en cuenta que en las elecciones de 1928, el NSDAP solo obtuvo el 3 % de los votos.

La clase media, que había ahorrado durante toda la vida y cumplido su deber patriótico comprando bonos de guerra, quedó en la ruina.

Las personas con ingresos fijos, como los pensionistas, se encontraron con que sus ingresos no seguían el ritmo de los precios.

Por el contrario, los especuladores y acaparadores hicieron fortuna. También los que estaban endeudados, como los empresarios y los terratenientes y los hipotecados, pudieron devolver fácilmente sus préstamos con un dinero que carecía de valor.

📷 El rey de la inflación

Tampoco les fue mal a los agricultores, pues obviamente sus productos seguían teniendo demanda y recibían más dinero por ellos a medida que los precios se disparaban.

Pese a que casi todos los que lo vivieron ya han muerto, las experiencias de 1923 se han grabado en la psique alemana.

El miedo a la inflación está muy extendido y los economistas alemanes se sienten más obligados que otros a garantizar la estabilidad económica.

Esta mentalidad queda reflejada en las políticas del Banco Central Europeo, controlado en cierta medida por Alemania (no es una casualidad que su sede esté en Frankfurt), en especial desde que casi toda la Unión Europea está ligada al destino de la misma moneda: el euro.

El BCE siempre hará lo que haga falta (como subir los tipos de interés y con ello las hipotecas de millones de personas) con el fin de mantener la estabilidad y el valor de la moneda común, caiga quien caiga, protegiendo a los ahorradores en el proceso.

¿Y tú? ¿Cómo te ha afectado la inflación actual? ¿Has experimentado en tus carnes situaciones absurdas por la (hiper)inflación?

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Bibliografía

https://www.businessinsider.de/wirtschaft/grosse-inflation-deutschland-1923-wie-es-dazu-kam-und-was-wir-daraus-lernen-koennen-buch-frank-stocker-r1/
https://www.spiegel.de/geschichte/hyperinflation-1923-a-948427.html
https://www.bbc.co.uk/bitesize/guides/z9y64j6/revision/5#:~:text=This%20flood%20of%20money%20led,million%20marks%20in%20November%201923.

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